LA SIEMBRA DE LA PALABRA
“Toda la Palabra de Dios de este domingo adopta un símil agrícola para explicar que la fuerza transformadora del mundo no llega a través de los limitados medios humanos, sino gracias al don poderoso de Dios, que sobrepasa todas las expectativas”. Los que se dedican a la agricultura, bien saben de esto y, que no siempre la cosecha es fruto de una buena siembra o buenos fertilizantes y agua, sino que también influyen otros factores que no son visibles y que no son controlables de todo.
El profeta “Isaías (55,10-11), en el contexto de un nuevo éxodo, pone toda su confianza en la Palabra de Dios, que alcanzará su cumplimiento devolviendo al pueblo exiliado a la tierra de Israel”. «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra… que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».
“Jesús (Mt 13,1-23) deposita toda su confianza en la llegada del Reino, con la certeza de que su Palabra no era estéril y, por lo tanto, anima a sus discípulos a continuar sembrando”. «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo…». Con las parábolas que presenta Jesús, que son historias tomadas de la realidad y que sirven para ilustrar unas enseñanzas, trataba de impactar y provocar una respuesta en sus interlocutores. Jesús quiere animar, exhortar y fortalecer la fe de su comunidad, porque es un pastor preocupado por su comunidad. Pese a las dificultades que se va encontrando en su camino, pese a los rechazos que ha de sortear y las críticas que va sufriendo en su día a día, su palabra, sus parábolas, son un mensaje de fe y esperanza para la comunidad. El Reino ya está presente, y crece a pesar de su aparente pequeñez y fracaso. Alegraos, no estéis tristes. No os desaniméis pensando que todo marcha mal. Abrid los ojos y los oídos y daos cuenta de lo que tenéis y se os da.
El centro de interés de la parábola del sembrador, no está en cómo es acogida la semilla, sino en la magnífica cosecha que produce lo que cae en buena tierra. ¡Ánimo! ¡No hay que desanimarse! La llegada del Reino es imparable, y el resultado final será maravilloso e incalculable.
Los cuatro tipos de terreno en los que cae la semilla, representan las disposiciones o actitudes de egoísmo cerrado, entusiasmo superficial, obsesión por uno mismo y la apertura al prójimo. Así, serán discípulos los que acogen a Jesús y al reino, las personas sencillas a las que Dios ha revelado el misterio del reino. No entienden, en cambio, los que tienen embotado el corazón y cerrados los ojos y oídos.
El salmo 64 también es una invitación a contemplar al Dios que cuida de la tierra y la riega hasta enriquecerla sin medida. Y esto es una provocación a cada uno de nosotros para sentirnos cuidadores de nuestra tierra, de nuestro planeta, de nuestro entorno, de las personas que tenemos a nuestro lado y lejos, porque todo es obra de Dios que nos habla de Él. Es lo que el Papa Francisco, en su encíclica “Laudato si”, sobre el cuidado de la casa común, nos quiere hacer comprender y vivir.
“Por último, Pablo (Rom 8,18-23) explica que, toda la creación aguarda expectante la plena manifestación del Reinado de Dios, la vida nueva de los resucitados en Cristo. Mientras tanto, los discípulos de Jesús, de ayer y de hoy y, del mañana, seguimos siendo sembradores esperanzados”. Unos sembradores que no desfallecen porque saben que la semilla que llevan en sus manos es buena y es necesario hacerla germinar pese a las dificultades e incomprensiones con las que nos vayamos encontrando por el camino.
José Mª Tortosa Alarcón. Presbítero en la Diócesis de Guadix-Baza
PREGUNTAS:
- ¿Percibes que Dios siembra en tu vida su Palabra? ¿Con cuál de los distintos terrenos te identificas más? ¿Por qué?
- ¿Qué dificultades encuentras en ti mismo a la hora de dejar que la Palabra fructifique en tu vida?
- ¿De qué manera nos anima esta parábola a continuar sembrando a pesar de las dificultades?