toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. Fratelli Tutti 261

aplicaos bien a fundamentar vuestra vocación de catequistas de los pobres. A. Chevrier, carta 114

 

asamblea regional 2023

 

 

Evangelio del Domingo

COMENTARIO - REFLEXIÓN AL DOMINGO CATORCE DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C - 2025

Manolo Vida diócesis de Córdoba

 1.- Jesús al comienzo de su misión, enseguida formó un grupo de discípulos junto a él. Con los que compartió la misión confiada por el Padre: que la vida y salvación de Dios llegara a todas las personas. Ésta sería la Buena Noticia de la llegada del Reino que tendrían que difundir.
 A sus discípulos no los formó, solo hablándoles y trabajando con ellos, sino que los envía, a anunciar que el Reino está cerca. En concreto a un grupo amplio de 72 discípulos.
Será su primera experiencia misionera. Posiblemente tendrían que preparar el terreno a Jesús, que luego pasaría por allí. Les da unas instrucciones específicas y oportunas: sobre cómo deben llevar a cabo su tarea: Leer más...

DOMINGO CARTORCE DEL TIEMPO ORDINARIO -CICLO C- 2025

Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona

Retomando el hilo de Lucas en los domingos del tiempo ordinario. Estamos en los inicios del camino hacia Jerusalén. Jesús tuvo la experiencia negativa del rechazo y del fracaso: no lo recibieron (Lc 9,53). Aquel fracaso no detiene a Jesús que sigue enviando a sus discípulos, mensajeros "por delante... a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir él" (Lc 10, 1). 

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Décimo quinto Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A

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LA SIEMBRA DE LA PALABRA

 

“Toda la Palabra de Dios de este domingo adopta un símil agrícola para explicar que la fuerza transformadora del mundo no llega a través de los limitados medios humanos, sino gracias al don poderoso de Dios, que sobrepasa todas las expectativas”. Los que se dedican a la agricultura, bien saben de esto y, que no siempre la cosecha es fruto de una buena siembra o buenos fertilizantes y agua, sino que también influyen otros factores que no son visibles y que no son controlables de todo.

 

El profeta “Isaías (55,10-11), en el contexto de un nuevo éxodo, pone toda su confianza en la Palabra de Dios, que alcanzará su cumplimiento devolviendo al pueblo exiliado a la tierra de Israel”. «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra… que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».

 

“Jesús (Mt 13,1-23) deposita toda su confianza en la llegada del Reino, con la certeza de que su Palabra no era estéril y, por lo tanto, anima a sus discípulos a continuar sembrando”. «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo…». Con las parábolas que presenta Jesús, que son historias tomadas de la realidad y que sirven para ilustrar unas enseñanzas, trataba de impactar y provocar una respuesta en sus interlocutores. Jesús quiere animar, exhortar y fortalecer la fe de su comunidad, porque es un pastor preocupado por su comunidad. Pese a las dificultades que se va encontrando en su camino, pese a los rechazos que ha de sortear y las críticas que va sufriendo en su día a día, su palabra, sus parábolas, son un mensaje de fe y esperanza para la comunidad. El Reino ya está presente, y crece a pesar de su aparente pequeñez y fracaso. Alegraos, no estéis tristes. No os desaniméis pensando que todo marcha mal. Abrid los ojos y los oídos y daos cuenta de lo que tenéis y se os da.

 

El centro de interés de la parábola del sembrador, no está en cómo es acogida la semilla, sino en la magnífica cosecha que produce lo que cae en buena tierra. ¡Ánimo! ¡No hay que desanimarse! La llegada del Reino es imparable, y el resultado final será maravilloso e incalculable.

 

Los cuatro tipos de terreno en los que cae la semilla, representan las disposiciones o actitudes de egoísmo cerrado, entusiasmo superficial, obsesión por uno mismo y la apertura al prójimo. Así, serán discípulos los que acogen a Jesús y al reino, las personas sencillas a las que Dios ha revelado el misterio del reino. No entienden, en cambio, los que tienen embotado el corazón y cerrados los ojos y oídos.

 

El salmo 64 también es una invitación a contemplar al Dios que cuida de la tierra y la riega hasta enriquecerla sin medida. Y esto es una provocación a cada uno de nosotros para sentirnos cuidadores de nuestra tierra, de nuestro planeta, de nuestro entorno, de las personas que tenemos a nuestro lado y lejos, porque todo es obra de Dios que nos habla de Él. Es lo que el Papa Francisco, en su encíclica “Laudato si”, sobre el cuidado de la casa común, nos quiere hacer comprender y vivir.

 

“Por último, Pablo (Rom 8,18-23) explica que, toda la creación aguarda expectante la plena manifestación del Reinado de Dios, la vida nueva de los resucitados en Cristo. Mientras tanto, los discípulos de Jesús, de ayer y de hoy y, del mañana, seguimos siendo sembradores esperanzados”. Unos sembradores que no desfallecen porque saben que la semilla que llevan en sus manos es buena y es necesario hacerla germinar pese a las dificultades e incomprensiones con las que nos vayamos encontrando por el camino.



José Mª Tortosa Alarcón. Presbítero en la Diócesis de Guadix-Baza

 

PREGUNTAS:

 

 

  • ¿Percibes que Dios siembra en tu vida su Palabra? ¿Con cuál de los distintos terrenos te identificas más? ¿Por qué?

 

 

 

  • ¿Qué dificultades encuentras en ti mismo a la hora de dejar que la Palabra fructifique en tu vida?

 

 

 

  • ¿De qué manera nos anima esta parábola a continuar sembrando a pesar de las dificultades?