Seamos siempre los pobres de Dios, permanezcamos siempre pobres, trabajemos con los pobres, que el carácter distintivo de nuestras vidas sean siempre la pobreza y la sencillez, y tendremos siempre la bendición de Dios y de nuestro Santo Padre. ¡Cuánto bien hace trabajar con los pobres!
Le prometo a Jesús buscar compañeros de buena voluntad, que se quieran asociar conmigo para vivir juntos la misma vida de pobreza y sacrificio, a fin de trabajar más eficazmente para nuestra salvación y la de nuestros hermanos
Un acontecimiento de orden espiritual va a transformar la existencia de Antonio Chevrier, ordenado sacerdote seis años antes al servicio de la diócesis de Lyon Era la noche de Navidad de 1.856. Estaba orando ante el pesebre del Niño-Dios.