toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. Fratelli Tutti 261

aplicaos bien a fundamentar vuestra vocación de catequistas de los pobres. A. Chevrier, carta 114

 

asamblea regional 2023

 

 

Evangelio del Domingo

DOMINGO TERCERO DE PASCUA -CICLO C- 2025

Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona

La presencia del Resucitado lo ha cambiado todo. Él es el día, la luz que hace ver las cosas de otra manera. Él abre puertas. Habiéndolo reconocido ya no hay cerrazón.

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DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA -CICLO C -2025

Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona

En este domingo, segundo de Pascua, Jesús resucitado dice una bienaventuranza: "Dichosos los que crean sin haber visto". La dirige a los creyentes que no hemos conocido al Jesús histórico, y da sentido al evangelio y al hecho de evangelizar: dar testimonio a quienes no han visto a Jesús para que puedan abrirse a la fe. Quienes reciben el evangelio son “dichosos” porque la fe les permite “ver” lo que antes nunca habían visto. Este es el “Ver–Juzgar” de la Revisión de Vida, que lleva al “Actuar”, es decir, a la Vida Nueva.
¡Dichoso seas para siempre, Francisco, obispo de Roma, tú que has creído en el Resucitado, y lo has mostrado con sencillez a tanta gente! Leer más...

Apuntes para un Estudio del Evangelio

Visto: 11705

Sacerdotes del Prado

Apuntes

para un Estudio

del Evangelio

Todo lo tengo al presente por pérdida,

en comparación con la gran ventaja de conocer a Cristo Jesús, mi Señor:

por su amor acepté perderlo todo  y lo considero como basura.

Ya no me importa más que ganar a CRISTO...

 

Quiero conocerlo;

quiero probar el poder de su resurrección

y tener parte en sus sufrimientos,

hasta ser semejante a él en su muerte

y alcanzar, Dios lo quiera, la resurrección los muertos...

 

Olvidando lo que dejé

atrás, me lanzo hacia adelante

y corro hacia la meta

con miras al premio

para el cual Dios nos llamó...

(Filip. 3,7-14)

 

 

Que el Dios de Cristo Jesús nuestro Señor,

el Padre de la gloria, se manifieste a ustedes,

dándoles un espíritu de sabiduría para que lo puedan conocer. Que les ilumine la mirada interior,

para que vean lo que esperamos a raíz del llamado de Dios;

y que entiendan la herencia grande y gloriosa

que Dios reserva a sus santos;

y comprendan con qué extraordinaria fuerza

actúa en favor de los que hemos creído.

(Ef. 1,17-19)

 

Conocer a Jesucristo es todo; lo demás es nada...

 

Contenido

 

Introducción   3

I  QUE SIGNIFICA “ESTUDIO DEL EVANGELIO”          5

1. ¿Qué es Estudio del Evangelio?

-          Los dos sentidos de la palabra humana

-          Los dos sentidos de la Palabra de Dios

-          Estudio de Evangelio y Oración

-          Estudio de Evangelio y Exégesis

2. ¿Cómo lograr hacer Estudio del Evangelio?

-          Actitud de Objetividad

-          Actitud de Comunión

-          Actitud de Conversión

II         ORIENTACIONES PRACTICAS

PARA EL ESTUDIO DEL EVANGELIO     25

1.         Manos a la Obra

2.         Actitudes fundamentales para hacer el Estudio del Evangelio

3.         Otras formas concretas de hacer Estudio del Evangelio

4.         Un Ejemplo de “Estudio del Evangelio”

III        FRUTOS DEL ESTUDIO DEL EVANGELIO

 

 

 

 

Introducción

 

Este artículo pretende brindar una ayuda y un servicio a aquellos agentes pastorales, consagrados y laicos, que, habiendo descubierto y valorado la fe en la Persona de Jesucristo, se sienten motivados a ir más lejos y ayudar a que otros hermanos descubran y valoren esa experiencia de encuentro con el Señor.

 

Todos sentimos admiración por la Persona de Jesucristo en los Evangelios.  Sus palabras y criterios, sus gestos, actitudes y reacciones ante las personas  y situaciones que El vive nos atraen mucho, aunque a veces nos desconciertan.  Todo esto nos lleva a la siguiente pregunta:

 

¿Cómo usar el Evangelio para conocer, amar y seguir a Jesús de Nazareth?  el Hijo de Dios?  (Ap. 10, 9 y Ez. 3, 1-2)

 

San Juan, en su Evangelio,  cap.  20, 31 dice:

“Hemos escrito estas cosas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y con esta fe tengan la vida que El solo puede comunicar”.

 

La intención, pues, de los que escribieron los Evangelios era la de llevarnos a la experiencia de la Persona de Jesús, permitirnos el acceso a El.

 

Tradicionalmente se considera el Evangelio como reservado para los que lo “estudian” y saben interpretarlo, habiendo sido escrito por personas sencillas (aunque llenas del Espíritu Santo) para los sencillos.

 

“Padre, Señor del cielo y de la tierra,

yo te alabo porque has mantenido ocultas

éstas cosas a los sabios y prudentes y

las revelaste a la gente sencilla”.

(Mt. 11,25).

 

Da lástima que hoy la “gente sencilla” se siente acomplejada e insegura para acercarse al Evangelio.

 

Este artículo, por tanto, quiere responder a la inquietud de la “gente sencilla”  que busca, en la fe, encontrar sentido a su vida para ser mejores discípulos y apóstoles de Jesucristo.

 

1.         Sin duda alguna, todos reconocemos la importancia del Evangelio, lo utilizamos en la Eucaristía, en la oración, en las jornadas y reuniones de catequistas, (como si lo “usaramos” porque lo necesitamos).  Algunos se sienten atraídos a leerlo personalmente.

 

2.         Algunos también hemos  tenido oportunidad de “estudiarlo intelectualmente”, exegéticamente en el Seminario, en cursos bíblicos.  Todos estamos de acuerdo en la importancia de ésta clase de estudio.

Pero en la práctica reconocemos que nos falta ritmo y una mayor valoración para dedicarnos a su estudio.  A veces las lecturas que sobre él hacemos son superficiales y nos acercamos con una visión un tanto funcionalista, es decir, para tal o cual actividad o encuentro, (por interés) sin antes haberlo asumido en nuestra persona.  No son pocos los laicos que a veces se sienten perdidos, y por tanto con pocas ganas de tomarlo y leerlo porque piensan que hay que hacer un curso bíblico para entender algo.  No excluímos el estudio científico del Evangelio;  lo que queremos es presentar  “otra manera” de estudiar el Evangelio accesible a los sencillos para quienes fue escrito.

 

3.         Porque podemos aprender a estudiarlo gratuitamente sin ningún otro interés que el de dejar que la persona de Jesús entre en nuestro corazón, no en función de los demás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

 

 

¿Qué significa

“Estudio del Evangelio”?

 

1

¿Qué es Estudio del Evangelio?

 

¿Qué entendemos aquí por Estudio del Evangelio?

 

El Estudio del Evangelio no es lo mismo que estudiar geografía, matemáticas o idiomas;  no se trata de una investigación teórica en la que aprendemos datos sobre la religión.  Usamos la palabra “estudio” para indicar nuestro interés y “empeño” por conocer amorosamente la Persona de Jesús, a través de la Palabra de Dios que está en el Evangelio.

 

 

v          Los dos sentidos de la palabra humana

 

En todo diálogo o conversación con otra persona o con un grupo nos podemos fijar en dos aspectos bien diferentes:

 

-          Lo que dice la persona.

-          La persona que lo dice.

 

En el primer caso, la palabra es portadora de ideas.  En el segundo caso, la palabra es reveladora de una persona.  Son dos aspectos bien diferentes;  aunque en último término lo que me interesa es la persona;  pero para conocer a esa persona debo poner atención a lo que ella me dice.  Es un juego mutuo entre la palabra y la persona, pero son dos actitudes diferentes.  Veamos algunos ejemplos más claros:

 

*          Vamos a una conferencia o charla sobre drogas.  Lo que aquí nos interesa fundamentalmente es lo que nos dice la persona experta, el contenido, las ideas, causas, soluciones, sus argumentos, etc.

 

*          Hacemos una visita a un familiar que queremos.  Aquí lo que nos interesa es la persona que conocemos a través de lo que nos dice aunque diga cosas muy simples.

 

Otro ejemplo:  Cuando leemos un libro nos interesa fundamentalmente su contenido y no el autor, éste sencillamente pasa a un segundo plano.

 

Bien diferente es cuando recibimos una carta de un amigo o familiar.  Aquí nos interesan todos los detalles, incluso las cosas sin importancia que nos cuentan.  La carta la volvemos a leer y releer por tratarse de QUIEN la escribe.

 

Todo esto nos está mostrando que nuestra relación o amistad con él que nos escribe o con él que conversamos “relativiza, enmarca, condiciona” el significado de la palabra.  Cuando tratamos de compartir una carta de un amigo querido con otra persona, no miramos el diccionario para explicar cada palabra que nos dice, sino que recibimos “la vida y el mundo” de la persona que nos escribió, a través de lo que nos dice.  Así debía pasar con el Evangelio.

 

Finalmente, otro ejemplo ilustrativo:  La palabra de una persona enferma-neurótica para el siquiatra no vale tanto por su contenido intelectual, cuanto por lo que revela del enfermo.

 

La pregunta es:  Qué nos revela este enfermo sobre su persona, detrás de sus palabras?

 

Todo esto, como vamos a ver más adelante, es fundamental para entender lo que es el Estudio del Evangelio.

 

Demos un paso más.

 

 

v          Los dos sentidos de la Palabra de Dios

 

Teniendo en cuenta lo anterior, nos resulta fácil entender también el Evangelio en estos dos sentidos:

 

Puedo enfocar el Evangelio:

 

 

COMO LO QUE DICE JESUS, o sea su doctrina, o

 

COMO LA PERSONA DE JESUS QUE NOS REVELA EN ESTA PAGINA DEL EVANGELIO, DETRAS DE LAS PALABRAS.

 

 

Lo primero es lo que trata de hacer la Teología y la Exégesis (ciencia que estudia la interpretación de las Escrituras).  Desde antes del  Concilio Vaticano II estas ciencias han tomado mucho auge, y los avances especialmente en exégesis han sido muy importantes.  Pero eso no es todo.  En el Evangelio nos encontramos, por ejemplo, con textos como el de la viuda que da limosna.  (Mc. 12, 41, ss.) No es un texto de gran contenido intelectual ni doctrinal.  Pero es fabuloso para descubrir la Persona de Jesús:  su atención a la vida, su preferencia por los pobres, su atención a los débiles, etc. y todo esto en detalles tan simples como el de ver dar limosna.

 

La técnica, los conocimientos, son necesarios, pero donde radica el problema es en el espíritu.  Puede haber expertos en Evangelio, que analicen con asombrosa ciencia los textos más difíciles y carecen, sin embargo, del seguimiento de Jesucristo;  pueden llegar a ser como los doctores de la Ley que conocían la Ley y los Profetas, pero los manipulaban según sus intereses.  Puede haber también sacerdotes, religiosas, seminaristas y agentes pastorales laicos muy versados en lo que dice Jesús, pero que no son testigos de su persona;  no la transparentan ni “contagian” a los otros porque les falta vivir de la Persona de Jesucristo.

Y esto sucede porque la Persona de Jesús no me la pueden enseñar ni la puedo aprender por muchos y muy interesantes cursos bíblicos que haga, en ninguna universidad me la pueden mostrar.

 

A la Persona de Jesús se llega por la Fe y por el Amor, no por un simple conocimiento intelectual.  Puede haber ateos muy versados en Evangelio.  Por eso nos interesa descubrir la importancia del Evangelio unido a la oración.

 

Lo típico, pues, en el Estudio del Evangelio no es tanto lo que dice Jesús, sino su PERSONA quien lo dice.  Lo típico es la Persona de Jesús que se nos revela ahí.

 

Esto fue lo que los Apóstoles y las Comunidades primitivas quisieron entregarnos cuando escribieron los Evangelios (Jn. 20.31).  Esto es lo que hace que el Evangelio sea un libro único, que acepto o no, pero que no lo puedo discutir porque las personas no se razonan:  o las acepto o las rechazo.  Podemos discutir sobre sus ideas y puntos de vista, pero no sobre la Persona, su manera de ser que se me revela a través de sus obras.

 

Hay libros en los que aparece más clara la doctrina de Jesús, pero a él no llegamos por el solo conocimiento intelectual sino por la fe y el amor.

 

Los conocimientos bíblicos de San Francisco de Asís, de Santa Teresita del Niño Jesús o de Carlos de Foucauld, eran “pobrísimos”;  sin embargo hay biblistas que estudian sus escritos para entender mejor el Evangelio.

 

 

Entonces, resumiendo, podemos decir que:

 

 

 

*          El Evangelio, Buena Noticia, lo podemos entender como el mensaje de Jesús;  lo que dice Jesús, sus enseñanzas, el conjunto de su doctrina y normas.  En este caso conoce y practica mejor el Evangelio quien más conoce y practica sus enseñanzas: Pastoral de la Iglesia en Cristiandad.

 

*          El Evangelio, Buena Noticia, lo podemos entender como la Persona misma de Jesús, que es Mensaje y en sí mismo Buena Noticia.  El Estudio del Evangelio, entonces, nos da no tanto la enseñanza de Jesús, sino a Jesús que enseña.  Aquí tomamos el Evangelio en sentido radical, de tal manera que su estudio nos permita entrar en la Persona de Jesús, en el mundo que él habita.  Aquí la práctica del Evangelio se identifica con el seguimiento de Jesucristo: Pastoral actual.

 

 

 

Nota a manera de consecuencia:

 

Estas dos visiones, o sentidos del Evangelio, van a marcar dos tipos de pastoral bien diferentes.  ¿Qué es la pastoral?  Es la tarea permanente de anunciar el Evangelio.

 

Pero:

 

*          Si entendemos el Evangelio solo como conjunto de doctrinas, normas y enseñanzas de Jesús, la pastoral consistirá fundamentalmente en transmitir lo más integramente posible este contenido.  En procurar que sea fielmente aceptada y retenida.  En esta perspectiva el trabajo pastoral del sacerdote, de la religiosa, o de los agentes pastorales laicos, se considera como una profesión, y por tanto, rentable, como toda profesión (para eso me maté estudiando, hice cursos y me preparé como todo el mundo).

 

Aquí se da mucha importancia a la Institución, al dinero, al poder y por tanto, al funcionalismo.

*          Si entendemos el Evangelio como revelación de la Persona de Jesús, el trabajo pastoral pondrá más el acento en el acceso a la Persona de Jesucristo, por la fe y por el amor.  Y este acceso a través de medios pobres, ya que hay primacía de la gratuidad porque la relación interpersonal es gratuita;  en esta perspectiva las instituciones, el dinero y el poder son secundarios, aunque no accidentales.

 

 

v          Estudio del Evangelio y Oración.

 

El conocimiento de una persona se da, pues, en dos dimensiones:

 

*          Cuando estando junto a ella le pregunto todo lo que puedo sobre su vida:  origen, su nombre, familia, sus gustos, inquietudes, preocupaciones, criterios... (Estudio del Evangelio).

 

*          Cuando habiendo conocido a una persona a través de una relación de amor, me siento atraído por ella, por entrar en su mundo y vivirlo;  nos gozamos y alegramos en su presencia.  (Oración).

 

La diferencia entre Estudio del Evangelio y Oración no es tanto que uno tenga mas valor que el otro o vaya más lejos, sino que son dos maneras de acercarse a la Persona de Jesús.

 

 

•          ESTUDIO DEL EVANGELIO:  Por vía de amor:  Estudio los comportamientos de Jesús;  pregunto por qué actúa así, cuáles son sus intenciones, me fijo en sus reacciones, sentimientos, actitudes (Es así como conocemos y entramos por amor en muchas personas).  Nos preguntamos:

 

En este gesto de Jesús, en esta palabra, en esta manera suya de tratar a la gente:  ¿Qué aspecto de su personalidad, de su misterio, de sus criterios, de su manera de ser hombre, de su enseñanza, nos da él a conocer?

•          ORACION:  Por vía de amor-amor:  Lo que me permite entrar en la Persona de Jesús es el ejercicio de mi amor, que se da fundamentalmente en el estar juntos,  sin decir nada, sin preguntar nada.  Es una actitud más contemplativa, en la que un mismo espíritu une a las dos personas.  Es la oración en el silencio.

 

Así pues, la relación  entre Estudio del Evangelio y Oración es bien íntima;  no reemplaza el uno a la otra, pues son dos formas diferentes de entrar en la Persona de Jesucristo.

 

El Estudio del Evangelio es como una búsqueda de la Persona de Jesús, de sus detalles;  la oración responde a una llamada que él nos hace.  Ambas formas tienen metas diferentes:

 

*          El Estudio del Evangelio prepara la oración, busca una visión evangélica para iluminar mi vida.

 

*          La oración va a convencer y mover mi corazón.

 

Lo grave de no haber estudiado -siempre y más a fondo- el Evangelio, está en que no conocemos las acciones de Jesús en sus detalles (que son los que nos lo revelan “al vivo” como a toda persona) ni su modo de pensar.  Sabemos, en general, lo que hizo y dijo, pero no tenemos ni  conocemos LO INEFABLE DE SU PERSONA.  “Todo lo tengo al presente, por pérdida, en comparación con la gran ventaja de conocer a Cristo Jesús, mi Señor...” (Filp. 3,8).  Esta es una profesión de fe, en la que Pablo nos comparte que el Cristo, muerto y resucitado, está ACONTECIENDO en él, y ciertamente lo desea para todos nosotros.

 

A veces oímos decir:  “Jesús es mi amigo, la Persona que más amo”.  Pero ocurre que se desconoce cómo El piensa, cómo actúa, y terminamos en un montón de generalidades y nociones vagas sobre El.  Este Estudio del Evangelio  por el contrario, nos hace entrar en la  “conciencia” de Jesucristo, en su  “pensamiento”.  Hay personas que “aman” mucho a Jesús, pero su comportamiento es contrario a El; oran mucho pero son “raros”, no traslucen la Persona de Jesús, y cuando citan el Evangelio se quedan en frases sueltas, vagas y a veces puramente sentimentales.

 

El Estudio del evangelio sin la oración es incompleto;  corre el peligro de quedarse en un puro juego intelectual.  Ambos parten de lo mismo:  son actividades de amor.  Pero son dos modalidades que se complementan.

 

Cuando hacemos Estudio del Evangelio vamos directamente a estudiar y reflexionar sobre la manera de cómo actúa y piensa Jesús.  Buscamos los posibles por qué, de lo que hace y lo que dice.  En cierto modo es una cuestión intelectual, con esfuerzo, por tanto, intelectual.  Esto no se da en la oración, que tiene un carácter más gratuito y contemplativo.

 

Sin embargo, ésto no quiere decir que el Estudio del Evangelio sea una cuestión puramente intelectual.  Lo que nos interesa, primero que todo, no es conocer lo que dice Jesús sino su PERSONA, y a la persona no llegamos sino por el amor.  En cierto modo es una actividad contradictoria (dialéctica):  lo que nos interesa es amar, PERO COMO NADIE PUEDE AMAR LO QUE NO CONOCE, entonces, tenemos que buscar el modo de llegar a El a través de lo que hace y de lo que dice:  conocer cuál es su mentalidad, su mundo, para amarlo más y mejor.   En cambio en la oración, insistimos directamente en el amor.  Por eso decimos que la oración es amor-amor.  Y  un “amor-amor” que es un conocimiento, porque el más grande conocimiento se logra por el amor.  En definitiva, es el sentido del verbo “conocer” en la Biblia:  AMAR.

 

En el Estudio del Evangelio buscamos descubrir cómo hace y dice Jesús:  cuál es su manera de ver las cosas, pero esto lo hacemos porque le queremos a El, como Persona.  (No sucede así cuando estudiamos, por ejemplo, marxismo.  No es por amor a Marx, sino porque sus enseñanzas pueden ayudarnos a conocer mejor la realidad).  Si no fuera por amor, la Persona de Jesús permanecería desvanecida para nosotros y sería simplemente objeto de curiosidad intelectual.

 

Por eso es muy arriesgado citar de memoria el Evangelio, como argumento de autoridad.  Se da el peligro de dejar en la penumbra a la Persona de Jesús, y en ese caso lo que interesaría sería ganar una discusión, probar una afirmación en lugar de presentarlo a El.  (De ahí que las discusiones con personas de otras religiones son tan estériles e ineficaces).  Lo que podemos decir es lo siguiente:  Yo, a partir de este texto concreto del Evangelio, hoy, veo ésto, creo esto... reconozco tal exigencia o llamada.  Lo que marca y determina el Estudio del Evangelio es fundamentalmente la actitud (no la técnica) para entrar en la Persona de Jesús:  una actitud de DISCIPULO.

 

 

v          Estudio de Evangelio y Exégesis.

 

Si abordamos el Evangelio sólamente desde el punto de vista intelectual nos meteremos en un laberinto, porque siempre encontraremos contradicciones en El.  Por ejemplo Jesús dice en (Mt. 23, 3) “hagan y cumplan todo lo que ellos dicen” y unos versículos más adelante (23,8), no hace lo que ellos dicen, sino que les discute sus planteamientos.  Los mismos Apóstoles ni siquiera les hicieron caso (Hechos 4, 19).  Acercarnos al Evangelio, solamente por este método intelectual es fuente de muchas desorientaciones.  Como decía un viejo sacerdote:  “con tanta leña comen crudo”.

 

En cambio, a partir de la Persona de Jesús, descubrimos:

 

–          La importancia de la exégesis.

 

–          Nuestra libertad frente a ella, ya que aprendemos a relativizar las diferentes escuelas y opiniones.

 

–          La exégesis nos interesa en cuanto que nos lleva a la Persona de Jesús.  Por ejemplo nos da a conocer mejor a Jesús sabiendo quiénes eran los fariseos, cómo vivían los artesanos en la época de él, y muchas otras cosas más.

 

–          El Estudio del Evangelio también exige una cierta libertad frente a la exégesis.  Si la exégesis sobre un texto no nos ayuda a penetrar en la Persona de Jesús, libremente la dejamos.  Las opiniones de los exégetas no deben desequilibrar nuestra fe (Algunos cristianos andan de conferencia en conferencia;  de curso en curso, y se llenan de dudas).  En cambio, si la exégesis nos ayuda a penetrar en Jesús, revisamos nuestra posición y afirmamos nuestra conversión.  El Estudio del Evangelio nos libera del complejo de no saber exégesis por lo que podemos abordarlo con tranquilidad.

 

Hay mucha gente que no sabe cómo leer el Evangelio;  que se encuentra en dificultades para reflexionar sobre un determinado texto en la catequesis.  Por lo general sienten miedo al verse inexpertos en cuanto al Evangelio;  consideran que es cosa exclusiva de sacerdotes y religiosas.  Y se preguntan:  Cómo vamos a usar el Evangelio para dialogar si no somos expertos en Biblia?, y ¿si la entendemos mal?. etc.

 

En realidad, no es necesario estudiar mucha teoría para acercarse al Evangelio.  Jesucristo hablaba para personas sencillas del pueblo y ellos le entendían.  Porqué no podríamos entenderlo ahora nosotros?  Lo importante es que los sabios nos digan si nos salimos de la ruta o no.

 

Desde nuestro grado de fe y desde nuestra vida y realidad concreta nos acercamos al Evangelio para que ilumine nuestra vida.  Y lo estudiamos desde nuestra realidad, que es diferente a la de otra persona.  De ahí la riqueza que puede dar el intercambio y el compartir con otros en equipo.

 

Los que escribieron el Evangelio, lo hicieron a partir de la experiencia de la Persona de Jesús que había hecho la gente sencilla que le conoció y que vivían en comunidades cristianas.  Porqué hoy, también, los sencillos no lo van a poder conocer?  (Mt. 11, 25).

 

 

2

¿Cómo lograr hacer

este Estudio de Evangelio?

 

 

 

¿Cómo llegar a la Persona de Jesús a través de lo que dice y hace?.  Este es el tema que vamos a abordar en esta segunda parte.

 

Se requiere fundamentalmente una triple actitud:

 

 

Actitud de objetividad,

de comunión y de conversión

 

 

v          Actitud de Objetividad

 

Dejar que el texto sea él mismo;  respetar su contenido objetivo y tratar de descubrir lo que dice el Evangelio (que la exégesis esté al servicio del conocimiento de Jesús y no para hacernos imposible el acceso a El).  Aquí también nos puede ayudar mucho el magisterio de la Iglesia.

 

Se pueden dar varios riesgos ante esta actitud:  Los prejuicios, las reducciones y el olvido de la subjetividad.

 

 

a.         ¿En qué consisten los prejuicios?

 

En ir a buscar en el texto la confirmación de una posición propia;  dejamos a un lado el común sentir de la fe de la Iglesia y nos aferramos a nuestros propios criterios, buscando en el Evangelio lo que justifica nuestro capricho;  por eso es importante permanecer abiertos a los demás, saber escuchar y compartir nuestros Estudios de Evangelio en equipo.

 

 

b.         ¿Qué son las Reducciones?

 

Consisten en empobrecer el Evangelio tomándolo en un sentido muy restringido.  Hay varias clases de reducciones:

 

•          Reducción Apologética:  Consiste en tomar textos entresacados del Evangelio para probar exclusivamente puntos de vista y principios, aunque sean buenos:  son armas para discutir.

 

•          Reducción Moralista:  (es la más común).  Consiste en considerar el Evangelio como un conjunto de normas;  a él nos acercamos para buscar normas que nos sirvan en nuestra conducta.  Buscamos una copia fiel de lo que hizo o dijo Jesús, sin fijarnos en sus circunstancias, ni en por qué lo hizo o por qué lo dijo, para pasar inmediatamente a conclusiones prácticas:  “Luego... debemos hacer esto”.  En este caso se pasa por encima de la intencionalidad y el sentido que Jesús quizo dar a sus palabras y gestos.  Ejemplo:  una vez, el Señor se calla (Jn. 19, 9), “Luego yo debo callarme...” sin fijarme que en ese caso y por determinados motivos, el Señor se calla sin preguntar si yo estoy en el mismo caso, porque en otros casos y por otros motivos, el Señor habla y muy duramente (Mt.23).  Ejemplo:  Decir que el Señor denunció la injusticia? sí, pero cuando le contaron la muerte del Bautista, se “escapa” hacia Galilea en lugar de protestar contra el sistema, (Mt. 14,13).  En este caso su modo de denunciar es yéndose a otro lugar...  Decir que fue manso para yo copiarlo? sí, pero cuidado, porque en otros momentos fue duro.  Hay que averiguar el por qué de cada situación.  El Estudio del Evangelio, pues, nos quita la reducción moralista, permite iluminar nuestra vida y estimular nuestra propia creatividad.

 

•          Reducción Idealista:  Consiste en pretender sacar un perfil del JESUS IDEAL (Super-hombre, impasible, que nunca ríe, que se las sabe todas, porque es Dios...) y que se expresa con frasecitas sueltas como “el dulce Rabí de Galilea” “el super-hombre” para intentar “contentarme con esa imagen”, en lugar de sacar de la Persona de Jesús el ideal de hombre que debemos realizar, las orientaciones apropiadas a nuestra vida:  por ejemplo:  Veo a Jesús que siempre busca la verdad:  entonces:  Cómo yo estoy llamado a buscar también la verdad?

 

•          Reducción Mitológica:  Consiste en reducir el Evangelio a puro mito, a un lenguaje simbólico e imaginario de lo que es Jesús;  a puras comparaciones sin fundamento en la realidad;  de esta manera se le quita el peso concreto a la existencia y práctica de Jesús con sus limitaciones;  esto es precisamente lo que la teología latinoamericana recupera para ayudarnos a identificar la Persona de Jesús con la obra de Jesús.

 

•          Reducción Rutinaria:  Cuando a fuerza de repetir los mismos textos en la pastoral, terminamos adoptando un reflejo que nos lleva a pensar (y a actuar) más o menos así:  “Toca el evangelio de la curación del paralítico que metieron por el techo?.  Ah, ya me lo sé, e ideas no me faltarán para decir cualquier cosa a la gente”.

 

Pero la gente no esperaba ideas sino la persona del Señor Jesús que salva hoy.

 

 

c.         Olvido de la subjetividad:  Pero atención:

 

El hecho de procurar respetar lo más posible la objetividad de los textos del Evangelio, no quiere decir que neguemos nuestra subjetividad (ésto es básico para el Estudio del Evangelio);  es mi vida la que da “actualidad” al Evangelio, y la que permite que estudiemos diez veces el mismo texto, con diez exigencias diferentes, porque cada vez lo vemos y estudiamos desde nuestra vida que va cambiando.  Los Santos Padres dicen que el Evangelio es como una fuente inagotable en la que todos los que quieran pueden beber según su sed.

 

La situación concreta y ambiental en que vivimos, el estado de ánimo, la propia práctica pastoral, van marcando nuestra subjetividad;  al acercarnos al Evangelio lo hacemos para que ilumine nuestra vida en el aquí y ahora, vida que será distinta, tal vez, en el mañana.

 

Por consiguiente nunca se da LA MANERA  de ver el Evangelio, sino que se dan muchas y muy variadas maneras.  De ahí su riqueza en el intercambio y en el compartir los Estudios de Evangelio en equipo.

 

 

v          Actitud de Comunión

 

Es el núcleo del Estudio del Evangelio.  No basta simplemente con descubrir lo que dice Jesús.  El Estudio del Evangelio no es neutral, ni puramente contemplativo, como si llegaramos a decir:  ¡Es interesante ese Jesús!.

 

La finalidad propia del Estudio del Evangelio es entrar en Comunión con la Persona de Jesucristo.

 

 

¿COMO?

 

No es entrar en Comunión con la Persona de Jesús tomar al pie de la letra y hacer lo que El hizo y dijo.  Esto es imposible porque lo que El dijo e hizo es de El, y lo realizó en un tiempo y lugar determinados, en medio de un pueblo concreto.  Eso no lo podemos hacer porque no somos Jesús, tendríamos que buscar fariseos, templo de Jerusalén, camellos...

 

Tampoco entramos en comunión con la Persona de Jesucristo si reducimos el Evangelio a cuestiones generales, vagas, que nada dicen para nuestra vida.

 

Para entrar en comunión con El, es preciso tener algunos criterios:

 

-          Considerarlo como un proceso en el que vamos descubriendo el tipo de Hombre y el tipo de Dios que revela Jesús;  el tipo de relación humana que aparece en cada texto del Evangelio.  Ejemplo:  Nosotros no podemos multiplicar los panes (Mt. 15,32), pero sí podemos reconocernos y sentirnos interpretados en el tipo de Hombre que se revela ahí:  Jesús aparece, atento y respetuoso con la gente, con sentimientos de compasión hacia la gente;  preocupado por su situación y necesidades;  interesado en los detalles;  da colaboración y participación cuando pregunta:  cuántos panes tienen?  etc... esas actitudes sí podemos hacerlas nuestras.

 

El tipo de Hombre que aparece en el texto no lo podemos separar de lo que hace y dice Jesús  en concreto.

Por eso, la actitud de comunión con la Persona de Jesucristo exige que cada uno invente su conducta  al estilo de la conducta de Jesús, sin pretender copiar al pie de la letra lo que El dice o hace.  Nuestro ambiente, problemas y situaciones, son distintos al ambiente, problemas y situaciones en los que vivió Jesús.  Por eso, somos responsables, en cierto modo, de nuestra respuesta al Evangelio.  Lo importante es dejar que el Evangelio ILUMINE nuestra vida, por y con Jesús, captando su Espíritu (Rom. 8,9).

 

Ahora bien, al inventar nuestra conducta, iluminada por el Espíritu de Jesús, intervienen una serie de elementos que no son exclusivamente evangélicos.  Por eso es necesario tener presente lo que hablábamos anteriormentee de la OBJETIVIDAD  Y SUBJETIVIDAD.

 

Resumiendo este punto, y para entender lo que es el seguimiento de Jesús, podríamos decir:

 

 

 

*          IMITAR A JESUS EN EL “SER”?  Es imposible, porque El es el Hijo de Dios.

 

*          IMITAR O REPETIR A JESUS EN EL ACTUAR?  Es imposible, porque El es único e irrepetible (como nosotros).

 

*          SEGUIRLO EN EL DINAMISMO (espíritu) DE SU VIDA?  Sí, eso es posible.

 

 

 

SU SER          ?

 

JESUS SU DINAMISMO

 

SU ACTUAR  ?

 

 

 

 

 

Por lo tanto, no hay que acercarse al Evangelio para buscar textos que concuerden o no con lo que nos pasa, ni menos para justificar una determinada posición;  si nos acercamos al Evangelio es para que ilumine nuestra conducta, nos oriente para conocer el mundo de Jesús y decidir e inventar lo que tenemos qué hacer.  Pero nos mantenemos dueños y responsables de nuestra conducta iluminada.  Aquí es donde se da la eficacia de la Palabra de Dios y la acción del Espíritu en nuestros corazones.

 

Ahora bien, puede ocurrir que lo que hacemos hoy, sea cuestionado el día siguiente por el Evangelio que siempre ilumina nuestra creatividad y siempre nos cuestiona.  Un día podemos callarnos (no por miedo o diplomacia), sino porque lo concluimos como orientación del Evangelio;  otro día descubrimos que debemos hablar, previo un DISCERNIMIENTO, y  esto lo hacemos bajo la acción del Espíritu, de ahí la importancia de nuestra docilidad al Señor.  (Que no nos ocurra lo de algunos “iluminados” que dicen:  “El Señor me dice esto...” y No!  Es usted quien lo dice!).

 

Esta actitud de Comunión aparece en Filp. 2,5 cuando San Pablo dice:  “Tengan entre ustedes la misma actitud que tuvo Cristo Jesús...”

 

 

v          Actitud de Conversión

 

Consiste en dejarnos interrogar por la Persona de Jesús;  descubrir cómo El cuestiona nuestra vida.

 

Si entramos en comunión con La persona de Jesús, en último término, es porque creemos que El tiene algo qué decirnos para cambiar nuestra vida.  Aquí culmina el Estudio del Evangelio.:  nos dejamos atraer por sus exigencias porque nos sedujo su persona en la comunión de amor (Jer. 20,7).  (Esto está muy lejos de la visión puramente moralista del Evangelio.  El moralismo y las normas pueden llegar a matar el Espíritu del Evangelio).

 

La conversión debe ser el efecto último del Estudio del Evangelio no el comienzo, como sería cuando decimos:  El Señor nos dice ésto..., luego debo hacer ésto (puro moralismo).  Esta postura moralista suele aparecer también cuando se “comparte el Evangelio” en comunidad.  Ejemplo: Caso de la limosna de la viuda, texto ante el que nos podemos preguntar:  Qué nos llama más la atención?  y a la hora de compartir cada uno se saca el clavo echando indirectas...  Las exigencias morales surgen de la comtemplación de la Persona de Jesucristo, no antes.

 

De qué tipo es, pues, esta actitud de conversión?.  No es de tipo ético, (moralista, filosófico) sino existencial.  Lo importante no es que estemos o no obrando como Jesús, sino cómo Jesús ilumina la situación que nosotros vivimos, en la que puede haber cosas buenas y malas, pero sobre las que debe proyectarse la LUZ de la Persona de Jesús.

 

Lamentablemente, en general, nos fijamos más en nuestros aspectos malos y entonces, el Evangelio nos lleva casi siempre a sacar conclusiones negativas y en contra de nosotros mismos.  Por eso nos desanimamos de leerlo y a veces nos dá hasta miedo:  siempre salimos culpables;  (siempre perdemos).  Cuando lo importante es que Jesús ILUMINE nuestros aspectos buenos y malos, ya que él es la Buena Noticia del Padre!...

 

La conversión no es, primero que todo, de tipo ético, sino existencial.  Ejemplo:  Preguntarnos:  Cómo Jesús es para mí un buen Samaritano?  El nos llama no solo en lo malo nuestro sino también en lo bueno y nos invita a mejorarnos aún más.

 

Así, el Estudio del Evangelio nos anima siempre ya que nos da pistas:  nos llama y atrae;  nos deja siempre puertas abiertas y no nos sentencia definitivamente como culpables.

 

 

 

 

 

 

 

 

1

¡Manos a la Obra!

 

 

 

 

 

Ya, llegando a lo concreto del estudio de Evangelio (E.E.) y una vez que hemos tomado la decisión de hacerlo porque nos atrae el conocer la persona de Jesucristo, necesitamos conseguir un cuaderno y un lápiz. Y aquí empiezan las dificultades, porque esto exige un esfuerzo. Nos gusta hablar y hablar, esto es fácil. En cambio escribir supone escoger el momento del día en que vamos a hacer este trabajo, el tiempo que le vamos a hacer este trabajo, el tiempo que le vamos a dedicar, el lugar para hacerlo... Cuando superamos esta barrera, empezamos a gozar de la experiencia, y vemos lo mucho que nos acerca al Señor y a su mundo. Algunas personas reconocen que escribir les ayuda a pensar mejor y a poner orden en lo que quieren decir, otros cuentan que van aprendiendo palabras nuevas y van dejando el complejo de decir lo que piensan.

 

Además, la vida le enseña a uno que si queremos lograr algo bueno que nos haga crecer, hay que poner mucho empeño en los medios, según el refrán popular: “El que quiere el fin, quiere los medios”. Si queremos conocer a Jesucristo, entonces hay que estudiar el Evangelio cada día, a lo largo de toda la vida: he aquí la clave. Pero esto exige: disciplina, esfuerzo y constancia, como nos lo dice el mismo Señor: “Con su constancia conseguirán la vida” (Lc. 21,19).

 

Y no nos faltarán excusas para dejar a un lado el Estudio de Evangelio: “Tengo mucho oficio”, “Estoy muy ocupada”, “Esto es muy difícil”... Pero en el fondo sabemos que no queremos estar solos, en silencio interior, ni queremos esforzarnos para tomar el lápiz, transcribir el Evangelio, pensar, orar y escribir las llamadas del Señor...

 

Antes de hacer un E.E. es conveniente plantearnos algunas preguntas sencillas para orientarnos. Sin ser necesariamente un cuestionario obligatorio, las preguntas nos ayudan en la búsqueda de la Persona de Jesús, para ir adquiriendo esas actitudes de comunión con El y de conversión a El. Sin preguntas orientadoras nos perderíamos. Sobre todo, al comenzar esta práctica, conviene hacernos preguntas muy sencillas, como: ¿Qué hace Jesús aquí? ¿Qué dice? ¿Cómo lo hace? ¿A quiénes habla? Y escribimos la repuesta en la segunda columna del cuaderno. Más tarde nos preguntaremos: ¿Por qué actúa Jesús así?.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2

Actitudes fundamentales

para hacer el Estudio del Evangelio

 

 

 

 

 

-          Creer de verdad que Dios no solo se manifiesta en la Biblia sino también en la vida y en los acontecimientos de la historia.

 

-          Creer en la Vida como revelación de la Presencia (acción de Dios), respetar esa vida aún cuando no esté de acuerdo con muchas cosas.

 

-          Darle más importancia a lo colectivo que a lo individual, ya que así ha querido Dios cumplir su Plan de Salvación (Vat. II, Luz de las Gentes Nº9)

 

-          Tener claro que a Dios solo lo podemos conocer a través de la Persona de Jesús (palabras y acciones); y que si conocemos a Jesucristo, conocemos a Dios. (Jn. 14,8-11).

 

-          Cultivar una actitud de sencillez de corazón y actitud de pobre, para no razonar el Evangelio, sino recibirlo como un niño.

 

-          Querer entender la “manera de Jesús”, su estilo; querer interiorizar lo que dice y lo que hace.

 

Por eso surge la pregunta: ¿Por qué dice eso Jesús?, o ¿por qué lo hace?, o esta otra:

 

 

En este gesto de Jesús, en esta palabra, en esta manera suya de tratar  a la gente: ¿Qué aspecto de su personalidad, de su misterio, de sus criterios, de su manera de ser hombre, de su enseñanza, nos da El a conocer?

 

 

 

-          Reconocer que la fe de la Iglesia es una experiencia espiritual pero humana, concreta, con consecuencias también concretas; lo mismo podríamos decir de la oración, de la misión, etc. A eso nos lleva la fe como Don de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3

Otras formas concretas

de hacer Estudio del Evangelio

 

 

 

 

 

1.         Unos toman un texto, por ejemplo:  Jn. 1,18, con la pregunta:

 

Quién es Jesús?  Dividen una hoja del cuaderno en dos columnas.  En la primera columna copian el texto literalmente (esto tiene la ventaja de hacernos caer en la cuenta de muchos detalles que en la lectura de corrido pueden pasar desapercibidos).

 

En la otra columna escriben la respuesta personal, simple, sencilla, sobre el texto, fijándose en los detalles y teniendo presente la pregunta o preguntas planteadas.

 

Luego pasan a la hoja del frente y responden la pregunta, que es siempre la misma:  Cómo esto (lo que acabo de descubrir en Jesús) ilumina mi vida?, y van contemplando lo que están viviendo en esos días a la luz del Señor.  Escriben sus hechos de vida, las llamadas que sienten ahí.

 

2.         Otros toman un tema, por ejemplo:  Jesús y el Padre.  Recorren uno (Juan) o los cuatro evangelios, escribiendo en la primera columna del cuaderno (se divide la hoja en dos columnas) todos los textos que muestran a Jesús en relación con su Padre.

 

En la segunda columna, escriben la respuesta a la pregunta. o las preguntas.  (Para hacer con tranquilidad este Estudio de Evangelio muchos necesitan, al menos, media hora libre).  Este comentario sirve para llegar a la Persona de Jesús tal y como aparece en el texto, respetándolo, pero leyéndolo y releyéndolo, anotándolo, resumiéndolo y SIEMPRE a partir de una o varias preguntas que uno se hace, a partir de la vida, después de haber leído el texto.  En este caso, la pregunta puede ser:  Cómo es la relación de Jesús con su Padre?, o, qué le interesa a Jesús en la relación con su Padre?  Si nos vamos fijando en los detalles, veremos con la pregunta, que la Persona de Jesús se revela y adquiere para nosotros una nueva dimensión como si fuera viviente hoy.

 

Esas personas hacen luego una tercera columna en la hoja de enfrente del cuaderno, con la pregunta permanente:  COMO ESTO ILUMINA MI VIDA?  y van respondiendo con todo aquello que de las dos primeras columnas han tomado en cuanto a la manera de actuar y hablar de Jesucristo...  El, entonces, nos cuestiona, ilumina y orienta nuestra vida.

 

Aquí se da la posibilidad de comunión y conversión:  La confrontación del mundo y de la Persona de Jesús con mi mundo y mi persona, de donde se desprenden llamadas y exigencias.

 

 

3.         Hay otros que hacen un Estudio del Evangelio situado en la historia:  Antiguo y Nuevo Testamento.

 

•          Escogen un grupo humano (samaritanos, saduceos, zelotes, fariseos, bautistas) o una institución colectiva (templo, sábado, poder romano, poder sacerdotal) y los sitúan en el contexto cultural, religioso, económico, político de la época, con la ayuda de un buen comentario, y lo siguen a través de uno de los cuatro Evangelios.

 

-          O bien, toman todo un libro del Nuevo Testamento;  lo sitúan en el contexto histórico de la época y lo van copiando por orden, haciendo las dos y tres columnas, como antes hemos explicado.

•          Ponen atención al comportamiento de Jesús en relación con aquel grupo humano o aquella realidad colectiva:  cómo Jesús está o no en simpatía con este grupo o realidad?  Cómo los cuestiona o contradice?,  Qué experiencias humanas de la comunidad o del autor explican el libro en cuestión?

 

•          Qué aspectos del conocimiento de Dios anuncia Jesús en sus comportamientos o palabras?

 

-          A qué descubrimiento de Dios llevaron las experiencias humanas de la comunidad o del autor?

 

-          A qué anuncio de la fe?

 

-          Qué llamadas a una transformación-conversión personal y colectiva descubrimos en esta revelación de Dios?

 

 

4.         Hay otros que no hacen las tres columnas, sino que van leyendo, muy calmadamente, el texto escogido y van respondiendo las preguntas en su cuaderno, terminando siempre con una pregunta parecida a ésta: ¿Cómo esto ilumina mi vida? y escriben... El método no es lo fundamental, sino el espíritu con que buscamos continuamente llegar al Jesucristo que nos dejaron descritos las comunidades primitivas que lo trataron y conocieron. (I Carta de Juan 1,1-3)

 

“Descubre tu presencia

y máteme tu vista y tu hermosura.

Mira que la dolencia de amor que no se cura

sino con la presencia y la figura”

 

San Juan de la Cruz

 

 

Resumiendo:

 

 

 

 

He aquí tres pistas que ayudan en el Estudio de Evangelio:

 

*          A través de los acontecimientos, situaciones y personajes de la Biblia, Dios siempre dice algo de sí mismo.  El siempre se hace conocer.

 

-          Qué es lo que Dios me quiere hacer conocer de El en este texto?

 

*          A través de estos hechos Dios siempre dice alguna cosa a los hombres sobre ellos mismos:  lo que son, lo que hacen.

 

-          Qué nos quiere decir Dios de nosotros mismos y de nuestra vida en este texto?

 

*          En fin, Dios siempre pide alguna cosa a los hombres.

 

-          Qué nos pide el Señor en este texto?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para estudiar el Evangelio

 

 

 

La lectura, es el estudio y la escucha de la Palabra de Dios es algo totalmente necesario para las personas que queremos hacer la experiencia de la fe, es decir, llegar a fiarnos plenamente de Jesús de Nazaret y comprometer nuestra vida en el servicio de los demás.

 

Para ayudarnos en este esfuerzo, que tiene que ser continuado, ofrecemos este método sencillo de Estudio del Evangelio.

 

 

 

1.         Buscar el texto en el libro de la Biblia: Antiguo o Nuevo Testamento.

 

2.         Hacer un momento de silencio y pedir a Dios que El mismo nos ayude a escuchar y entender su Palabra.

 

3.         Leer despacio el texto, buscando qué es lo que quiere decirme, las personas y el ambiente que allí aparece, actitudes de Jesús y de las otras personas, etc.

 

4.         Pensar cómo vivimos nosotros hoy lo que vemos en el texto. Y buscar una forma concreta de cumplir esa Palabra en nuestra vida.

 

5          Dar gracias a Dios por su Palabra y por lo que hemos descubierto. Pedirles fuerzas para cumplirlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

III

 

 

Frutos del Estudio

del Evangelio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es necesario que sepamos encontrar un tiempo fijo cada día para hacer Estudio del Evangelio.  Si somos fieles a él veremos los resultados en nuestra vida.  Lo importante es hacer Estudio del Evangelio.  Las maneras y el estilo propio lo encontraremos en la misma práctica.

 

Cuando uno comienza a hacer Estudio del Evangelio es preferible hacerlo sobre textos en los que Jesús aparece actuando, para sorprenderlo mejor en el dinamismo que lo anima; más adelante se puede entrar a ver sus discursos.

 

Nota:  Compartir el Estudio del Evangelio, en comunidad.

 

Lo hemos anotado varias veces a lo largo de este artículo.  Es muy conveniente reunirse en equipo para compartir lo que cada uno ha descubierto.  En este caso sirve mucho la actitud de escucha, de discípulo, sin el ánimo de discutir lo que el otro comparta (es suyo, propio y desde su vivencia y por tanto indiscutible).  Más bien anotar en nuestro cuaderno aquello que nosotros no hemos descubierto.  Así nos enriquecemos mutuamente.

 

Si somos fieles en salir a buscar al Señor, he aquí algunos frutos posibles, porque un trabajo que se hace desde el convencimiento profundo de estar en lo más nuestro, y practicando permanentemente, dé frutos a su tiempo.  Campartamos algunos de ellos.

 

v          Conocemos cada vez más al que nos llamó, al que nos envió y por quien estamos aprendiendo a dejarlo todo.  Poco a poco nos damos cuenta que el llamado nos lo hizo ALGUIEN.  Y es alentador descubrir en el Evangelio a una persona viva.

 

v          Vivimos más abierta y decididamente a Jesucristo.  Uno vive de lo que trae en su corazón;  y quien permanece en el Evangelio deja traslucir el Evangelio porque ahí habita.  “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Si Jesucristo es lo más nuestro, por qué no hacer ambiente donde saquemos a relucir su persona y su obra?  Cuando nos callamos o guardamos a Jesucristo, eso es señal de que El no es lo más nuestro;  si sentimos que vivir a Jesucristo nos hace aparecer ridículos, eso es señal de que aún no estamos convencidos de lo que buscamos, en cambio cuando lo irradiamos con la vida, eso se debe a que el Estudio del Evangelio va creando en nosotros,  a través de un proceso, una nueva mentalidad, un corazón renovado;  unas actitudes y comportamientos nuevos por haber entrado en el mundo de la Persona de Jesús .  Y este proceso nunca se acaba.

 

Las conclusiones prácticas se desprenden de la iluminación que brinda la Persona de Jesús.  El Estudio del Evangelio nos va preparando para ser testigos auténticos de Jesucristo vivo.  Es la configuración con El lo que nos ayudará a no convertirnos en meros funcionarios.

 

v          Quien hace Estudio del Evangelio conserva viva y fresca la memoria de lo que es y busca.  Así es posible situar en su debido lugar lo que hacemos, planeamos, decidimos...  Es decir, el Evangelio se va convirtiendo poco a poco en nuestro punto vital de referencia sin el cual no es posible “rendir” o ser eficaces, aún cuando sean muchas cosas las que se digan o se hagan.

 

Es la relación profunda con Jesucristo, procurada por el Estudio del Evangelio, la que nos hace ir a lo esencial de nuestra tarea: anunciar al Señor con la propia vida y en el trabajo evangelizador. El Estudio del Evangelio es un ejercicio de discípulo, que genera en él una vida al estilo de Jesús y fortalece su condición de apóstol.

 

v          El Evangelio nos lanza a la vida, y la vida al Evangelio.  Hoy y aquí es como puedo dejarme hacer por el Evangelio, permitir que ilumine mis circunstancias; proyectos; inquietudes; lo agradable y desagradable de la vida. Permitir que el Evangelio llegue a la vida es entrar en el sentido del Evangelio, pues solo en la vida se perciben las “buenas noticias”.  Por otro lado, la vida me invita y me lanza a buscar el Evangelio, no para ver si ando bien o mal sino para vivir hoy desde el Evangelio, para evangelizar mi realidad y la realidad que me rodea.  El Evangelio y la vida caminan estrechamente unidos.

 

Además, el Estudio del Evangelio nos hace estar presentes de manera original en la vida de los hombres.  Ya no estamos ahí de cualquier forma.  Concretamente, son los pobres y su evangelización quienes nos van lanzando al Evangelio.  Nos convertimos así en discípulos suyos también.  “Estudiando a Jesús desde el pueblo y con nuestro pueblo, descubrimos el valor de los pobres, y el sentido de su existencia y proyectos, así como la totalidad y los detalles de la evangelización, tal como Jesús la realizó".

 

"Una verdadera inserción en la realidad de nuestro pueblo hace que el Estudio del Evangelio esté lleno de la vida de los pobres, que no sea algo intimista-espiritualista y que descubramos al Dios vivo, Padre de Jesucristo, presente en la historia de nuestro pueblo”.

 

v          Aparecen los conflictos una vez que nos asomamos con apertura al Evangelio.  Qué hace el Evangelio en nosotros?  Va cambiando nuestra visión acerca de Jesucristo, de la vida y de la misión del sacerdote.  No buscamos problematizarnos, pero sí aprender a ser discípulos de Jesucristo;  y el hecho mismo de aprender éstas cosas crea sufrimiento.  Pero todo es a cambio de quedarnos con lo más nuestro:  el tesoro por mucho tiempo escondido y hoy recuperado (Mt. 13,44).

 

v          Si es grande el sufrimiento que se da cuando se es discípulo del Evangelio, también es honda y grande la alegría que Dios nos concede.  Es una alegría serena que se va asentando poco a poco en el fondo de nosotros mismos y ahí nos convence.  Nos dejamos encontrar por una verdad que nos libera.

 

v          El Estudio del Evangelio produce amor al Evangelio.  Dios nos permite gustar lo suyo de tal manera, que es el amor lo que nos mueve a permanecer ahí.  Una vez que hemos saboreado este don, empieza a nacer la necesidad de habitar en el Evangelio.  Podría cada uno decir:  ay de mí, si no habito en el Evangelio!  ¿De qué otra manera podría anunciarlo?

Acudimos al Evangelio desde un espíritu de libertad y desde una necesidad existencial, vital.

 

v          Muchas cosas del Evangelio que antes habíamos oído y leído rápidamente, con el Estudio del Evangelio aparecen nuevas, llenas de vida y atractivas.  Este trabajo va creando poco a poco un ambiente propicio para entender y saborear la palabra de Dios.  No cualquier manera de acercarnos al Evangelio nos revela los secretos del Evangelio.  “Bendito seas, Padre, Señor del Cielo y Tierra, porque si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla...”  (Mt. 11,25-27).

 

Y esto se debe a la gran ayuda que nos presta para des-ideologizar su lectura.  Es decir, cada persona lee el Evangelio desde su ángulo o punto de vista y cree haberlo entendido y hasta agotado su contenido.  Los doctores de la Ley creían interpretar bien a Moisés, pero terminaban acomodando la Ley a sus intereses y costumbres, por eso Jesús los denuncia.  (Mc. 7,8-13).

 

Algo de eso también nos puede pasar hoy a nosotros.  Todos nos basamos en el Evangelio y olvidamos que desde nuestra infancia e historia hemos sido condicionados para interpretarlo según la ideología dominante que aprendimos inconscientemente.

 

Por ejemplo, no podemos dudar de la sinceridad y buena fe de Monseñor Lefebre, pero su interpretación del Evangelio, desde su ideología, lo hace cerrarse a la comprensión del Vat. II.  Este trasfondo de las ideologías en cada uno explica la resistencia y oposición a los cambios de la Iglesia, que debe ir respondiendo a los desafíos del Nuevo Mundo que se va generando;  cambios que se nos ha pedido en el mismo Concilio.

 

El Estudio de Evangelio, pues, nos ayuda a superar y purificar nuestra ideologías al entrar en el mundo de la Persona de Jesús  (criterios, corrientes de pensamiento, mentalidad, etc.).  Por eso se dice que el Evangelio es transcultural (Vaticano II, Gozo y Esperanza 57-59).

 

v          El Estudio del Evangelio va siendo “el instrumento privilegiado de nuestra conversión personal, de la formación en nosotros de una actitud atenta a la vida y a las personas...”.

 

La conversión permanente es tarea del verdadero discípulo.  Solo así nace en nosotros los mismos sentimientos, actitudes y pensamientos de Jesucristo.  (Filp. 2,5).

 

v          Quienes compartimos en equipo el Estudio del Evangelio llegamos a conocernos más a fondo:  lo que buscamos, lo que nos interesa, lo que somos  capaces de mirar en el Evengelio y en la vida;  nos enriquecemos mutuamente y comprendemos mejor quienes somos.

 

v          Van apareciendo en nuestra vida los proyectos que van y los que no van de acuerdo al espíritu del Evangelio.  Es decir, nuestra vida se va iluminando, purificando, concientizando.

 

v          El Estudio del Evangelio nos va sensibilizando para abrirnos a la realidad de nuestro mundo, y nos hace descubrirnos como servidores de Dios en este mundo.

 

No hay frutos sin antes haber sembrado.  El valor o bondad del Estudio del Evangelio se le puede conceder a quien lo practica.  Es un don que nace desde la misma atención a la Palabra de Dios.

 

“Cuando paseamos por la calle y decimos:  “Qué casa tan linda”, hacemos la afirmación desde el exterior;  pero desconocemos el interior:  los detalles, adornos, el orden, etc....  Así nos puede pasar con el Evangelio;  lo conocemos, pero no sabemos entrar en el interior, fijarnos en los detalles, valorar (amar) a quien es la sabiduría de Dios:  JESUCRISTO.

 

“Todas las ventajas que yo tenía, las consideré perdidas a causa de Cristo.  Todavía más, todo lo tengo al presente por pérdida, en comparación con la gran ventaja de conocer a Cristo Jesús, mi Señor...”  (Filp. 3,7-ss).

 

 

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Orientaciones Prácticas

para el Estudio

de Evangelio

 


(PREGUNTAS)

 

Qué rostro de Dios nos hace ver  Jesús aquí?.  Jesús camina mucho, en su misión viajera va siempre con gente.  El no está solo:  además lo buscan.  El atrae la gente.  El busca a la gente.

 

La casualidad hace que Jesús se encuentre con este espectáculo que de por sí es tan conmovedor:  un cadáver y una madre viuda, son como un signo que habla por sí solo;  ver y contemplar eso sacude... desafía.

 

 

 

Jesús muestra la humanidad de Dios;  este Dios tiene sansibilidad ante el dolor de nosotros;  no quiere vernos llorar... gasta tiempo respondiéndonos.

 

 

Era prohibido tocar un muerto.  Jesús prefiere mancharse con ésta impureza legal y toca el ataúd;  en ese momento no le importa esa ley con tal de acercarse para actuar.  Los cargadores se detienen y Jesús hace lo que El puede hacer con tal de que su consuelo no se quede en puras palabras.  En El se revela un Dios que dice y hace, que consuela y libera.

 

Es el complemento de “no llores”.  Es un Dios que no quiere la muerte;  sino la alegría, la vida, no el dolor.

 

 

vr. 11  Jesús se dirige poco después a un pueblo llamado Naim y con él iban sus discípulos y bastante gente.

 

vr. 12  Pues bien, cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un hijo único, cuya madre era viuda.  Una buena parte de la población seguía el funeral.

 

vr. 13  Al verlo, el Señor se compadeció de ella y le dijo:  “No llores”.

 

 

 

vr. 14- Después se acercó hasta tocar el ataúd.  Los que lo llevaban se detuvieron.  Dijo Jesús entonces:  “Joven, te lo mando:  ¡levántate!”

 

 

vr. 15- Y el muerto se sentó y se puso a hablar, Jesús se lo devolvió a su madre.

 

Así como Jesús es un ser-para-los-demás, así yo también ganaré mucho si siempre tengo presente que la gente es la salsa normal de mi vida.  Que entre más gaste yo mi vida por ellos y con ellos, más encontraré el sentido de mi vivir, y más discípulo seré de Jesús.

 

 

 

Me parece muy importante mantenerme sensible y abierto a todo lo que le pasa a la gente, porque toda realidad humana está cargada de significado.  Todo lo que hace la gente tiene que interesarme porque es ahí donde ellos tienen puesto su corazón, es ahí donde yo puedo encontrarlos y donde ellos pueden encontrar al Señor, si los sé acompañar.

 

 

 

 

Qué bueno que mi corazón vibre al compás de los demás, es la sintonía perfecta que se necesita para compartir el mensaje.  Jesús me autoriza a expresar sentimientos yo no tengo por qué ocultarlos ni reprimirlos para tratar de aparecer como un ser celestial, ajeno a la realidad humana:  puedo mostrar mis sentimientos y a la vez ser santo al estilo de Jesús.

 

Dentro de las convenciones sociales actuales existen límites y leyes;  pero me pregunto si sirven o no para anunciar el amor de este Dios tan humano?  Si no me sirven, pasaré por encima de todo eso, con tal de acercarme a mis hermanos y hacer, a mi turno, lo que esté en mis manos hacer;  no podré resucitar un muerto, pero sí ser solidario en el duelo, y hacer esto con sinceridad;  así ellos verán que mi compañía es eficaz para ese momento, mi palabra de condolencia no será vacía.

 

Lo que la gente espera de mí, no es que yo le resuelva todos sus problemas, sino que les ofrezca gestos, signos de vida y esperanza en medio del dolor, con toda autenticidad, no por cumplir.