Domingo 24º T.O. - C

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Propuesta de Josep Maria Romaguera Bach

Hemos llegado al capítulo 15 de Lucas. Tres parábolas para responder a quienes acusan a Jesús de sentarse a la mesa con gente pecadora. Una maravilla.

Llegamos ahí en este "Tiempo de la Creación": no olvidemos a la Tierra, no olvidemos a los pobres.
Como explica la misma ficha, para trabajar el capítulo entero os reenvío la ficha del pasado domingo 4º de Cuaresma

 

15 septiembre 2019

 

Evangelio según Lucas (15,1-10)

En aquel tiempo, 1 solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. 2 Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

–Ése acoge a los pecadores y come con ellos.

3 Jesús les dijo esta parábola:

4 –Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? 5 Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.” 7 Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. 8 Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? 9 Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.” 10 Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

 

Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido

1

Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2

Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3

Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4

Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...

Me pongo en el lugar de los “publicanos” y los “pecadores” –¡de quienes algo debo tener!–, para poder descubrir qué me aporta Jesús con estas palabras, qué me dice Jesús personalmente.

5

Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...

Entre estas personas las hay, probablemente, que son rechazadas, apartadas; otras en las que veo a Jesús que se acerca a todo el mundo. ¿Cómo me cuestionan una y otra realidades?

6

Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7

Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Notas sobre el texto de hoy y para seguir el hilo del Evangelio

 

  • Cuando acudiremos a misa este domingo podemos encontrarnos escuchando el texto evangélico que figura en esta hoja (Lc 15,1-10) o bien que nos proclamen el capítulo 15 entero (Lc 15,1-32). La razón no es puramente una cuestión de longitud, ante la cual se puede escoger entre la versión entera y otra recortada. También juega ahí que la parábola llamada tradicionalmente del ‘hijo pródigo’ (vv. 11-32), este año ya fue leída el domingo cuarto de cuaresma (hace ya muchos días).
  • El conjunto del capítulo 15 es la respuesta que Jesús da, con tres parábolas, a la cuestión planteada al principio (vv. 1-2). Ciertamente, la tercera es la más explícita para mostrar cómo es el amor del Padre por sus hijos e hijas.
  • Junto con esta hoja recibiréis la que ya recibisteis el cuarto domingo de cuaresma. De este modo, quien quiera podrá trabajar el conjunto del capítulo.
  • Entre el Evangelio del pasado domingo y el de hoy hay un par de versículos que la liturgia omite (Lc 14,34-35), con los cuales Jesús remacha el clavo relativo al seguimiento.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Los publicanos (1), que recaudaban los impuestos, eran considerados pecadores tanto por los escribas como por la gente del pueblo. La razón es que, trabajando al servicio de las administraciones romana y herodiana, a menudo se aprovechaban injustamente de su situación en beneficio propio.
  • A Jesús lo acusan de “comer” con “los pecadores” (2). Y, ciertamente, lo encontramos muchas veces en esta situación: sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos (Mt 9,10); Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume... (Lc 7,36-37); Al verlo, todos murmuraban diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador” (Lc 19,7).
  • Ya en la predicación de Juan Bautista las personas que se sentían rechazadas como “pecadoras”, concretamente “los publicanos”, encontraban algo interesante, descubrían que Dios les ama y tiene un plan para ellas: Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?” (Lc 3,12); Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los maestros de la ley, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos (Lc 7,29-30).
  • Jesús, en otras ocasiones, ha respondido de manera contundente a la misma acusación a la que responde aquí con estas parábolas (Lc 15). Por ejemplo: Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Tiene un demonio.” Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos (Lc 7,33-35).
  • En el mundo oriental antiguo, las comidas eran consideradas un momento privilegiado de amistad y de comunión entre las personas. Los fariseos consideraban que comer con paganos o “con pecadores” (1-2) era una fuente de impureza ritual. Según esto, los pecadores eran precisamente aquellos judíos que no guardaban las normas de pureza ritual prescritas por la Ley de Moisés y que, por tanto, vivían permanentemente en estado de impureza. Por su oficio, los publicanos eran incluidos invariablemente en el grupo de los pecadores.
  • La imagen del pastor y del rebaño (4-6) es muy frecuente en el Antiguo Testamento para hablar de las relaciones entre Dios y su pueblo (Is 40,11; Ez 34; Sl 23[22]).
  • Las “monedas” (8) de las que habla la parábola (8-9) son dracmas, moneda griega equivalente al denario romano, es decir, el jornal por un día de trabajo (Mt 22,19). Por eso la parábola (8-9) es conocida con el título de la dracma perdida.
  • La conclusión repetida al final de cada parábola (7.10.32) expresa cual es la voluntad de Dios. Una voluntad que se concreta en la vida y ministerio de Jesús: No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores (Lc 5,32). Una voluntad que se tiene que concretar en la vida y misión de la Iglesia y de cada cristiano/a.

 

 

Evangelio según Lucas (15,1-3.11-32)

En aquel tiempo, 1 solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. 2 Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

–Ése acoge a los pecadores y come con ellos.

3 Jesús les dijo esta parábola:

11 –Un hombre tenía dos hijos; 12 el menor de ellos dijo a su padre:

»–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.

»El padre les repartió los bienes. 13 No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. 14 Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. 15 Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. 16 Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. 17 Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. 18 Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; 19 ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” 20 Se puso en camino adonde estaba su padre,

»Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. 21 Su hijo le dijo:

»–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.

22 »Pero el padre dijo a sus criados:

»–Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; 23 traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.

»Y empezaron el banquete.

25 »Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, 26 y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. 27 Éste le contestó:

»–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.

28 »Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. 29 Y él replicó a su padre:

»–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; 30 y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.

31 »El padre le dijo:

»–Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: 32 deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.

 

Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido

1

Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2

Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3

Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4

Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...

Contemplo a este Jesús cercano a las personas. Lo descubro cercano a mí y a las personas que tengo alrededor. Lo descubro también cercano a aquellas personas que están lejos de mí. Y doy gracias por ello.

5

Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...

¿Qué testimonios encuentro ahí de perdón incondicional que me recuerden lo que Jesús nos muestra del Padre? Y yo mismo/a, ¿qué experiencia tengo de este perdón que libera y renueva... y llena de alegría?

6

Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7

Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Notas sobre la lectura de esta parábola

 

  • Tradicionalmente leemos la llamada parábola del hijo pródigo, fijándonos en la figura del hijo menor. Él, como los “publicanos y los pecadores” (1) se convierte en el centro y el lector se identifica con él para darse cuenta de que tiene que volver al Padre.
  • En cambio, el protagonista de la parábola es el Padre. Si queremos volver al Padre, conviene que nos fijemos más en Él que en nosotros mismos.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • “Los publicanos”, considerados pecadores tanto por los escribas como por la gente del pueblo, y “los demás pecadores” (1) “se acercan a Jesús” y Jesús “come con ellos” (2). Ello provoca rechazo por parte de algunos (2).
  • En el mundo oriental antiguo, las comidas eran consideradas un momento privilegiado de amistad y de comunión entre las personas. Los fariseos consideraban que comer con paganos o con pecadores era una fuente de impureza ritual.
  • El protagonista de la parábola es el “hombre” que tiene “dos hijos” (11).
  • Estos hijos reciben del Padre, ambos, lo que les corresponde como hijos (12). Conviene notar que son bienes recibidos. Uno de los bienes que reciben es la libertad de irse (13) y de “entrar” (28), la libertad de gozar de los bienes de la casa del Padre (13 y 31) o de no aprovecharlos (14 y 28).
  • El centro de la parábola, más que en la conversión del hijo menor, está en el amor del Pare por sus dos hijos (20-24.32). Un amor que hace que dé el perdón total y sin condiciones a aquel que se había ido para no volver jamás. En el perdón hay la posibilidad de volver a convivir.
  • El Padre sale al encuentro, sea de un hijo (20) sea del otro (28).
  • “El traje”, “el anillo” –signo de autoridad–, “las sandalias” –propias de un hombre libre, no de un esclavo– (22) son signos de la restitución de la dignidad de hijo. Conviene tener presente que la situación anterior de este hijo estaba marcada por realidades como la de “guardar cerdos” (15), trabajo inaceptable y degradante para un judío.
  • La fiesta (23-24) es signo del amor del Padre y de la alegría de la Iglesia cuando el Padre rehace la comunión.
  • La Eucaristía que celebramos, figura del Reino, es el lugar donde el hermano mayor es invitado a acoger al hermano pequeño (32).
  • La alegría (23.32) es lo que sienten todas las personas que encuentran a Jesús y reconocen en él a quien trae al mundo la salvación de Dios (Lc 2,10; 24,52).
  • La actitud del hijo mayor (28) retrata la actitud de los “fariseos y escribas” (2), que “murmuran” de Jesús porque “acoge a los pecadores” (1-2).
  • La actitud del “padre” (20.22-24.31-32), en cambio, pone de manifiesto el rostro de Dios, que muestra su amor ilimitado e incondicional a la humanidad a través del ministerio de Jesús (1-2), que siempre va al encuentro (20.28) de los pecadores (Lc 5,32).
  • El perdón de Dios llega a todo el mundo que quiera aceptarlo. Basta con “entrar” en la casa del “padre” (28).

 

Otra mirada sobre el hijo “menor” (¡con ganas de ver a Jesús por todas partes!)

 

  • El hijo “menor” nos ofrece una imagen de Jesús, el Hijo amado (Lc 3,22) del Padre:
    • se va de la casa del Padre y viene a convivir con nosotros (13)
    • asume la realidad humana en toda su dureza (14-16; Fl 2,6-8)
    • “derrocha” los bienes del Padre (13.30) –gasta la vida– con los pecadores
    • encuentra el rechazo de los que se creen justos (2.29)
    • incluso asume el pecado de todos y pide perdón al Padre (21; Lc 23,34). Es quien carga con el pecado del mundo (Jn 1,29).
  • El Padre, por su lado, lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre (Fl 2,9ss). Y, de esta manera, nos ha perdonado: “todo lo mío es tuyo” (32).