Manolo Vida diócesis de Córdoba
"SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR”
1.-Los discípulos pudieron comprobar como Jesús oraba a Dios, su Padre. Por eso en cierta ocasión le dijeron que les enseñara a orar. Y Jesús les enseñó el Padrenuestro (6.9-13). Revelando como ha de ser la oración verdadera del discípulo: Con cinco peticiones: dos relativas a la gloria de Dios y tres referidas a los bienes de los hombres. Pero lo importante es la confianza de saber que Dios es Padre.
La oración es la comunicación del creyente con Dios. Es el acto por el que se entra en relación con Dios, para alabarlo, bendecirlo y pedirle su gracia, su favor y que se haga y cumpla su voluntad
La oración no sólo nos ayuda a amar a Dios, sino que nos predispone a contemplar el mundo con ojos nuevos. ¿Sabemos realmente nosotros orar? Alguien ha dicho que el cristiano ha perdido el sentido de la oración ¿Qué podemos decir de la oración?
A.-La oración de los pobres a Jesús: En su tiempo muchos se acercaron a Jesucristo pidiéndole, rogándole, agradeciéndole... es la oración de los pobres, necesitados, enfermos.
- Ellos contemplaron con fe su rostro y vieron en El a su único Salvador, el Hijo de Dios vivo, con el poder del propio Dios. Por eso lo invocan de una manera muy cercana:
“Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Mt 8,1)
“Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí” (Mc 10, 47)
“No les queda vino” (Jn 2, 3)
- Es la oración de la fe, una oración vital, que arranca de lo profundo del ser. Y es que los pobres saben interceder, por sí mismos o por sus seres queridos con gran sencillez y creatividad. La fe y el amor que guía su oración, les hace ser profundamente humildes ante Jesucristo. Y es esa oración humilde la que el Señor siempre escucha.
- Saben esperarlo todo de Jesús: aun lo que es imposible para los hombres. Lo mismo que saben confiar en la libertad del Señor que los escucha, para concederlo o no. Los pobres confiados, llenos de fe y con la respuesta libre del Señor nos enseñan a acoger a Jesucristo, como el único Salvador de nuestras vidas.
B.-La oración, según Sta. Teresa:
- Orar es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama, así la definía Santa Teresa la oración. Conocer y amar cada vez más a Dios, revelado en Cristo y acoger cada vez, con más fe y fidelidad ese amor. En la oración lo principal es el amor. “No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho”. (Sta. Teresa). Recordar el amor de Dios, disfrutarlo y agradecerlo “Es pensar en Dios amándolo”
- Como vemos es algo que está al alcance de todos, pues se hace, no tanto desde la cabeza, sino desde el corazón. Las palabras nos sirven de soporte para “estar” amando a Dios. Lo importante es aprender a mirar a Dios con amor y sabernos “Mirados” por Él, con amor.
- Rezar cualquier oración o rezo sintiéndonos bajo esa mirada de Dios, una mirada de Padre. Mirada que crea confianza y amor. Un estar con Dios que une, crea comunión, da vida y hace crecer la fe. No se trata de tener experiencias sublimes, sino “querer estar en tan buena compañía”, como de nuevo dice Sta. Teresa.
3.- Quien reza no encuentra tan malos a los demás. Cada vez que salimos de la oración o del encuentro con el Señor en la Misa miramos las cosas y sobre todo las personas, con una mirada nueva. Como los discípulos al bajar de la montaña del Tabor.
- ¿Acaso no os ha ocurrido alguna vez que ante una dificultad aparentemente insalvable, después de retirarnos a rezar unos momentos, habéis encontrado una luz, que os ha ayudado a superar aquella oscuridad? La oración nos abre unos ojos nuevos, para empezar a descubrir el rostro escondido de Dios.
- Gracias a nuestro Señor Jesucristo, sabemos que Dios es verdaderamente un buen Padre, que ama a sus hijos, que quiere enseñarnos y salvarnos. Su amor ha llegado a entregarnos a su Hijo Jesucristo, que compartió nuestra vida y nos enseñó un camino de amor que lleva hasta la vida eterna.