Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona
Celebramos este domingo la fiesta de la Santísima Trinidad. Ocho días después de terminar la Pascua, la Iglesia nos propone un fragmento del discurso de despedida de Jesús. En él Jesús promete diversas veces que vendrá el Espíritu Santo sobre sus discípulos. "El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena", dice Jesús; Él, que también había dicho: "yo soy la verdad". Es una fiesta para gozar de la gratuidad de amar y alabar a Dios, Aquel que nos ama gratuitamente. Un día para gozar de la gratuidad de la oración de la Iglesia: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos, Amén. Y esto, la "verdad" no es cuestión de razones o ideologías entonces. Pensemos en ello.
Notas por si hacen falta
Notas sobre la fiesta de la Santísima Trinidad
- En esta fiesta, ocho días después de terminar la Pascua, la Iglesia nos propone un fragmento del discurso de despedida de Jesús. En el tiempo pascual habíamos encontrado otros fragmentos. En él Jesús promete diversas veces que vendrá el Espíritu Santo sobre sus discípulos.
- Si se escoge un texto como éste en el domingo de la Santísima Trinidad, es porque expresa una relación profunda entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.
- Esta es una fiesta para gozar de la gratuidad de amar y alabar a Dios, Aquel que nos ama gratuitamente. Un día para gozar de la gratuidad de la oración de la Iglesia:
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- El evangelista pone en boca de Jesús que si tiene que venir el Espíritu Santo (13) es para continuar lo mismo que Él, Jesús, ha venido a hacer: guiarnos “hasta la verdad plena” (13). Una tarea que no ha terminado: “Muchas cosas me quedan por deciros” (12).
- Antes, en el mismo evangelio de Juan, Jesús había dicho: Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Jn 8,31-32). Y después, ante Pilato, dirá: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad (Jn 18,37). Y en el prólogo del evangelio se dice que vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz (Jn 1,7).
- “La verdad” (13), entonces, es Dios mismo. Y Jesús se identifica con Él: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). Y dice que “el Espíritu” es “el Espíritu de la verdad” (13).
- Dice Jesús que el camino hacia Dios, “hasta la verdad” (13), no lo podemos hacer solos, ni que Él nos diga todo lo que tiene por decirnos: “no podéis cargar con ellas por ahora” (12). Ciertamente, para hacer el camino necesitamos de su Palabra. Pero no para tratarla a nuestra manera, no para tratarla ideológicamente. Sin el Espíritu no conocemos al Padre. Sin el Espíritu Santo no podemos amar a Dios, y con Dios no se puede tener otra relación que la del amor. Un amor que viene de Él mismo.
- Con el Espíritu se nos hace presente lo que Jesús hizo y dijo en el pasado. El Espíritu hace posible que nosotros, hoy y aquí, podamos ‘ver’ y ‘escuchar’ a Jesús. El Espíritu Santo nos permite ‘ver’ y ‘escuchar’ al Jesús de hoy, al Viviente, al Resucitado. Y nos abre a “lo que está por venir” (13), a la esperanza de que seguir a Jesús hoy, amando al prójimo –la única manera de seguirlo–, nos conduce a vivir plenamente del amor que es Dios mismo.
- Especialmente destacable en esta fiesta es que el Espíritu no va por libre: “lo que hable no será suyo” (13). Y que es “comunicador” (13). Y que comunica lo que “recibe de Jesús” (14), como Él lo ha recibido del Padre (15). La comunión, la comunicación, es una característica del Dios Trinidad. Creer en el Dios Trinidad pasa por vivir la comunión–comunicación. Es decir, comunión–comunicación de bienes –sobretodo con los pobres–. Este es el modelo –el único modelo– del ser de la Iglesia.