Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona
Dos elementos aparecen destacados en este evangelio:
- el evangelista describe el anuncio que Jesús hace de su muerte inmediata, la interpreta y, consecuentemente a esta interpretación, instruye a los discípulos, su familia –“hijos míos”–, sobre como tienen que afrontar la nueva etapa: “os doy un mandamiento nuevo”.
- El amor a Dios y entre nosotros y a los más pobres –de quienes no podemos esperar recompensa– es la muestra inequívoca de nuestra condición de “discípulos”.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Si miro a la comunidad (parroquia, comunidad religiosa, movimiento...) de la que participo (sin juzgar a las personas), ¿veo ahí alguna muestra inequívoca de que es una comunidad de discípulos –“os amáis unos a otros”–? ¿Qué responsabilidad tengo en que sea así?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿Qué testimonios tengo a mi alrededor de personas que aprovechan toda circunstancia (el trabajo y el ocio, la vecindad y la vida familiar, el compromiso y la diversión...) para transmitir que el Reino de Dios está aquí?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre el texto y su contexto
- Estas palabras están situadas en el comienzo de los llamados discursos de despedida que Juan tiene en el centro de su evangelio (Jn 13-17). Discursos de despedida se encuentran en otros escritos bíblicos y del judaísmo. Son una manera de dar relieve a un personaje importante, el cual, antes de morir, reúne a su familia y les dice como tienen que afrontar lo que les tocará vivir.
- De esta manera, el evangelista describe el anuncio que Jesús hace de su muerte inmediata, la interpreta y, consecuentemente a esta interpretación, instruye a los discípulos, su familia –“hijos míos” (33)–, sobre como tienen que afrontar la nueva etapa: “os doy un mandamiento nuevo” (34).
- El género literario del discurso de despedida permite que las palabras del personaje importante, en este caso Jesús, sean leídas más tarde por los demás discípulos. Es decir, las palabras de Jesús son dirigidas a todas las generaciones de creyentes, no sólo a los que han compartido con él aquella cena tan especial (Jn 13,2): solo amando podremos vencer a la muerte.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
La actuación de Judas (31) es la señal de que ha llegado la hora de la “glorificación”, la Pascua.
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“Ahora” (31) Jesús afronta la muerte y la supera. Supera la muerte, la traición, el pecado, toda injusticia.
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“Ahora” es la hora en la que se revela plenamente la identidad y la misión de Jesús: es quien, amándonos hasta el extremo (Jn 13,1) nos libera del pecado y de la muerte.
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Ante el mal, todo el mal, Jesús no permanece indiferente: lo afronta “ahora” dando la vida: El buen pastor da la vida por las ovejas (Jn 10,11).
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El “ahora” (31), esta hora, no es un momento cronológico. Jesús señala el contenido de esta hora y su realización: Jn 2,4; 12,23. Actúa en todo momento como si ya hubiese sido “glorificado”, como si la hora ya hubiese llegado (Jn 17,1). Por lo tanto, todo el evangelio se mueve entre la hora de Jesús que todavía tiene que llegar (Jn 7,30; 8,20) y la llegada de esta hora (Jn 12,23; 13,1; 17,1). De hecho, para nosotros, lectores, la hora ya está aquí: Jn 4,23; 5,25; 16,2.32. La Pascua de Jesús nos afecta.
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“Ahora”, precisamente en el momento de la pasión y la cruz, Jesús proclama la “gloria” (31-32) del Padre, que es su propia “gloria” (31-32). Dios actúa “ahora”, no en una situación ideal en la que no existen los traidores (31), en la que no haya pecado... Ú Consecuencia para nosotros: siempre es la hora para la acción evangelizadora, para anunciar que el Reino de Dios está aquí. La “gloria” de Dios es que afrontemos las situaciones, sean las que sean, como las afronta Jesús: entregándose por amor, amando hasta el extremo (Jn 13,1). En esta vida–muerte tan humana está la gloria de Dios, está la resurrección.
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Amar es tan viejo como la humanidad. Jesús, llevándolo al extremo, llevándolo al amor sin límites, lo hace nuevo (34-35). El amor renueva los “mandamientos” (34) que dejan de ser leyes y aparecen como la expresión de la voluntad del Dios que ama sin límites. El amor es “nuevo” porque nace de la Pascua, de la entrega libre y gratuita de Jesús hasta la muerte: “como yo os he amado...”. Amar es dar la vida “ahora”; para amar y darnos no tenemos que esperar a las circunstancias ideales (¿existen?).
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El amor a Dios y entre nosotros y a los más pobres –de quienes no podemos esperar recompensa– es la muestra inequívoca de nuestra condición de “discípulos” (35).