DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B - 2024

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Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona

A propósito de las palabras de Jesús en el Evangelio del próximo domingo, cuan dice que "no desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa" nos podemos poner en el otro lado y hacernos la pregunta, a nivel personal, sobre la actitud que tenemos ante familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos...: ¿los valoro a todos y a cada uno de ellos o, por el hecho de conocerlos, los tengo etiquetados y no dejo que me sorprendan, me cuestionen, me iluminen...?

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo

1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... A mis familiares, amigos/as, compañeros/as de trabajo/estudio, vecinos/as..., ¿los valoro a todos y a cada uno de ellos o, por el hecho de conocerlos, los tengo etiquetados y no dejo que me sorprendan, me cuestionen, me iluminen...?

5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...¿Qué experiencias he tenido ahí en que me haya faltado la fe? Y, al revés, ¿Cómo la fe me ha permitido ver la acción salvadora de Dios?

6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

Notas por si hacen falta

Notas sobre el texto

 

  • La palabra griega traducida aquí por “carpintero” (3) designa el oficio del que trabaja la piedra o el metal, además de la madera.
  • Sobre los “hermanos” y las “hermanas” de Jesús (3) hay que saber que, en la Biblia, el término “hermanos” designa lo mismo a los hijos de una misma madre o de un mismo padre como a los parientes próximos (Gn 13,8; 14,16; 29,12; 1Cr 23,22).
  • Sobre los “milagros” (5) hay que tener en cuenta que sólo son percibidos desde la fe. Es decir, si no hay fe no hay milagro, porque no es captado. Dicho de otra manera: una curación, por ejemplo, no es un milagro si el enfermo curado no descubre, gracias a la fe, que Dios está con él y lo salva.

 Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Jesús, después de un recorrido por tierra extranjera (Mc 5,1-20) y de acciones entre personas catalogadas como «impuras» (Mc 5,21-43), decide “ir a su pueblo” (1). Y allí, como había hecho en otros lugares, lleva a cabo su misión evangelizadora (2), aunque sea duro.
  • Los de Nazaret no aceptan a Jesús (3), no creen en él (6): no pueden aceptar a su persona ni su actuación. También el evangelista Juan recoge la perplejidad ante las enseñanzas de Jesús: Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo es este tan instruido si no ha estudiado?» (Jn 7,15).
  • Jesús, en otro contexto, dándose a conocer a través de su acción con los más pobres –ciegos, cojos, leprosos, sordos, muertos, pobres–, dirá esta bienaventuranza: ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí! (Mt 11,5-6).
  • Los familiares de Jesús, de los cuales se habla aquí (3) y que representan, más que nadie, a su pueblo (4), piensan que ha perdido el juicio. En Marcos ya habían hecho un intento de apartarlo de su misión: Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí» (Mc 3,21).
  • Lo que Jesús expresa con la frase “no desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa” (4) lo encontramos en los sinópticos (Mt 13,57; Lc 4,24), y también en Juan: Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria (Jn 4,44). Los de su pueblo –los suyos (Jn 1,11)– se escandalizan: no pueden aceptar que un hombre “normal” del pueblo pueda hacer y decir lo que dice y hace Jesús.
  • En otras ocasiones, en este evangelio de Marcos, Jesús sí que “pudo hacer milagros” (5), porque tenían fe:
  • Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc 2,5)
  • Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». (Mc 5,34-36)
  • Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» (Mc 9,24)
  • Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino (Mc 10,52).
  • Podríamos decir que el hecho de la “falta de fe” (5-6) ata de manos a Dios [después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato (Mc 15,1)], porque el Reino que se manifiesta en Jesús no es un poder que se impone, sino que es amor que se ofrece. El poder de este Dios, que nos ama y da vida sin límites, está vinculado a la Cruz y Resurrección de Jesucristo.