Epifanía del Señor 2023

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El Hijo de Dios se nos manifiesta en carne humana. Ojalá nuestro encuentro con Él no nos deje indiferentes y, como les pasó a los Sabios de Oriente, nuestras vidas tomen "otro camino"

Pauta para un Estudio de Evangelio. Josep María Romaguera Bach, diócesis de Barcelona

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Estudio de Evangelio. Agustín Sánchez Pérez, diócesis de Canarias

 

6 enero 2023. Mateo 2, 1-12
 
El evangelio de hoy nos abre de nuevo a la Novedad y la Sorpresa de Dios. El pueblo de Dios esperaba que el Mesías viniera a traer la salvación a su pueblo, y este pueblo era el pueblo de Israel. Hoy se nos presenta a unos personajes denominados “magos de Oriente”. Y buscan al “Rey de los judíos, que ha nacido”. Expresando el objetivo de su visita: “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. A estos personajes que el evangelio denomina “magos”, la tradición les ha puesto coronas y se han convertido en reyes que “le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Los “restos” o reliquias de estos reyes, que son o han sido objeto de especial veneración, se localizan en diversos lugares, como Persia, Constantinopla, Milán o Colonia, ciudad esta última en la que se celebró la Jornada Mundial de la Juventud de 2005 con el eslogan: “Hemos venido a adorarlo”, haciendo referencia a lo que expresaron los magos.
 
Estos magos habían visto señales en el cosmos en las que habían descubierto el nacimiento de ese “rey de los judíos”, que tenía rango de divinidad, pues su objetivo era “venimos a adorarlo”. La estrella era el símbolo que les guiaba. Sin embargo, Herodes, el rey de Israel, fue incapaz de vislumbrar lo que estaba sucediendo; al contrario, “al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él”. Veía lo que estaba ocurriendo, no como señal de salvación, sino como amenaza. Por eso ideó una estrategia, engañando a los magos: “llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: ‘cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo”. Su reacción al enterarse de que los magos regresaron a su tierra sin decirle nada, ya la conocemos cuando hizo morir a los niños de Belén: “Se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños de Belén y de todo su término que tuvieran menos de dos años” (Mt 2, 16). Herodes es símbolo de todo aquel que es incapaz de descubrir la acción de Dios como salvadora, viéndola como una amenaza para los intereses personales. Fue incapaz de descubrir la Novedad y la Sorpresa de Dios, que actúa de la forma más inesperada.
 
La experiencia de estos magos, fue distinta: “De pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría”. Ellos habían visto estas señales, y se fían de ellas. Por eso, se llenan de inmensa alegría, porque se confirman en lo que han descubierto. Y entonces, “entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Impresiona esta actitud de estos personajes misteriosos: están viendo simplemente un niño con su madre, y descubren y aceptan la presencia de Dios, la Novedad de Dios que siempre nos sorprende. Y al igual que María dijo un día: “He aquí la esclava del Señor”, ellos, “cayendo de rodillas le adoraron”.
 
Esta presencia de los magos, nos recuerda lo que dijo el Señor: "Vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos" (Mt 8, 11). Por tanto, la Fiesta de la Epifanía, es la fiesta que celebra la Manifestación de Dios a todos los pueblos. Este Niño débil e indefenso muestra la grandiosidad de Dios que viene a entregarse y salvar a todos los pueblos. Ya todo esto lo vislumbró el profeta cuando afirma: "Mira, todos esos se han reunido, vienen a ti" (Is 60, 4). A igual que el apóstol afirma: "También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo" (Ef 3, 6).
 
Esta es la actitud que debemos cultivar en esta fiesta: tener el corazón abierto a todos los hermanos y hermanas, sean de donde sean y tengan el origen que tengan. Epifanía se ha convertido en la fiesta del regalo. Convirtamos este regalo en la entrega de nosotros mismos a todos, al igual que hizo el Señor hecho un Niño débil.