Cuerpo y Sangre de Cristo C_2022

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Estudio de Evangelio. José Ángel Pitrach, diócesis de Tortosa

 

19 junio 2022

Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron:
«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron:
«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos:
«Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.

 

La Palabra de Dios nos ofrece dos textos sumamente interesantes para iluminar lo que hoy los cristianos celebramos: el Corpus Christi, la presencia de Jesús en el pan y el vino consagrados
Por una parte San Pablo nos ofrece en la segunda lectura un fragmento de su primera carta a los corintios, la tradición que él y todos los cristianos habían recibido sobre la última cena y a su vez él la transmite para que permanezca en el tiempo y pueda ser siempre recordada y actualizada por todos los seguidores de Jesús
Se trata de una declaración solemne muy importante, en la que dice:
- Yo he recibido una tradición que a su vez os trasmito a vosotros…
Y nos relata a continuación la institución de la Eucaristía tal como la encontramos en los evangelios:
- El Señor Jesús la noche en que había de ser entregado tomó pan y pronunciando la Acción de Gracias lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía…
Con la copa de vino hizo lo mismo: Este es el cáliz de la nueva alianza... Cada vez que comáis de este pan y bebéis del cáliz proclamáis la muerte del Señor hasta que venga”
Lo que Jesús realizó en la última cena, desde el comienzo de la era cristiana la comunidad de seguidores de Jesús se lo tomó muy en serio y por nada del mundo dejaron de llevarlo a la práctica, repitiendo los gestos y las palabras de Jesús, actualizando con ello la muerte del Señor. Era y es la actualización de la última cena el tiempo de encuentro con el Señor y con la comunidad de seguidores de Jesús.
Por todo ello donde se celebra la Eucaristía allí Jesús quien continúa haciéndose presente, allí se actualiza su muerte por la humanidad. Allí donde se celebra la Eucaristía los participantes continuamos alimentándonos de su cuerpo y de su palabra para poder hacer nuestras las actitudes y el estilo de vida de Jesús, para que nos podamos identificar con él. Allí encontramos los fundamentos de nuestra comunidad, allí entablamos y profundizamos lazos de fraternidad.

 

El otro texto importante de la liturgia nos recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, símbolo, e imagen de la Eucaristía.
Empieza diciéndonos que Jesús enseñaba, era el maestro. Enseñar era lo suyo y dice que les enseñaba sobre su reino, sobre el proyecto , sobre el plan de Dios para la humanidad. sobre lo que él había venido a realizar, a poner los fundamentos y que además de enseñar sanaba a los que tenían necesidad. Daba vida, aliviaba, reconfortaba era compasivo. Todo esto era lo que Dios Padre le había encomendado.
Ya era tarde, dice el texto, y los apóstoles se le acercan para aconsejarle que despida a la gente para que puedan ir a buscarse comida para alimentarse. La gente que era mucha había estado todo el día embaucada con lo que Jesus les iba diciendo y no pensaron en la comida.
Jesús escucha el consejo de sus apóstoles pero a la vez los interpela:
- Dadles vosotros de comer
Esto es lo que Jesús continúa diciéndonos todos los días a nosotros ante tantas personas que en el mundo carecen de los alimentos básicos y de tantas cosas básicas para una vida digna
“Dadles vosotros de comer”, compartid lo que tenéis, no paséis de largo.
¡Cuántas escusas le damos, unos y otros, ante esta propuesta de Jesús!
Pero también es verdad que muchos llevan a la práctica lo recomendación de Jesús “dadles vosotros de comer”, pero me parece que son más los que a lo mejor ni lo escuchan ni se lo toman en serio lo que Él nos está diciendo

 

En la multiplicación de los panes revela su condición de ser él que aporta la salvación definitiva a los hombres de todos los tiempos.
Los obispos en la carta del Corpus nos recuerdan esa salvación definitiva. Y nos debe llevar a una fraternidad abierta y universal:
“Todos los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Porque no hemos recibido el espíritu de esclavos para caer en el temor; sino que se os ha dado un Espíritu de hijos adoptivos que os hace gritar: “¡Abba! ¡Padre!” El Espíritu en persona se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios” (Rm 8,5-27).
Ciertamente, cuando vivimos esta experiencia, el ejercicio de la fraternidad no es un deber categórico, sino un impulso del corazón que nos encamina hacia los hermanos y nos empuja a la fraternidad. Todos estamos invitados a caminar juntos viviendo la sinodalidad, es decir, dejándonos guiar por la luz del Espíritu Santo, escuchándonos unos a otros y prestando especial atención a los que están en la periferia. El camino sinodal es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Ellos son compañeros de camino.
En el camino de la vida no estamos solos, Cristo camina con nosotros y nos alimenta con el Pan de Vida. Jesús es alimento espiritual que ayuda, sostiene y fortalece la esperanza de los creyentes; la piedra angular que nos fundamenta en el itinerario hacia el cielo al tiempo que consolida la comunión en la que vivimos cotidianamente con la Iglesia celestial.
Santa Teresa de Calcuta, la Santa de los más pobres entre los pobres, habla así del Santísimo Sacramento: “El privilegio que tenemos de adorarle cada día es uno de sus más grandes regalos. Si tienes un corazón limpio, siempre podrás ver esa conexión hermosa entre el Pan de vida y el cuerpo roto de Cristo en el pobre”