Domingo 2º Cuaresma C_2022

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Estudio de Evangelio. Jesús Sánchez Blázquez (Titín), diócesis de Ávila

“Déjate transformar”

 

13 marzo 2022. Lc 9, 28-36

Vamos avanzando en este tiempo de cuaresma. En este domingo se nos invita como a Abrán  a mirar al cielo y contar las estrellas y confiar. Fiarnos de ese Dios que a pesar de nuestras infidelidades quiere sellar una alianza con su pueblo. El profeta recibirá una tierra y una descendencia más numerosa que las estrellas que divisamos en el firmamento. Nosotros, sus descendientes, agradecemos al Padre esa Alianza que selló con Abrahán. Es una llamada a confiar en el Padre que a pesar de las obscuridades de la vida, de experimentar la ausencia de luz, de creer que las estrellas van desapareciendo y que el caos puede acabar con nuestra Iglesia y nuestro mundo; Él sigue estando, Él sigue confiando en los “nuevos profetas” que ha puesto en medio de su pueblo. El profeta tiene que aprender a esperar, a saber que los tiempos de Dios no son los tiempos que nosotros programamos, una espera que es confiada porque sabemos que a pesar de tantos conflictos y adversidades  “Él es la defensa de nuestra vida, Él es nuestra Luz y nuestra salvación” (Salmo 26).
 
Hoy a Jesús le descubrimos en compañía, con sus discípulos, ha dejado la soledad del desierto y sube a la montaña, al encuentro con el Padre, dejando el lugar árido y seco del desierto donde ha sentido las tentaciones del maligno.
 
Nos dice el texto del evangelio que “Jesús tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte a orar” Jesús sabe que para vivir el momento más fuerte de su entrega necesita ese espacio acogedor del Tabor, precisa compartir con Moisés y Elías, escuchar las palabras de su Padre y sentir su Amor como Hijo que es de Él. Y sus discípulos, que tan bien conoce Jesús, necesitan experimentar su gloria, su Transfiguración,  si quieren permanecer fieles hasta el final. Los discípulos experimentan sueño, temor, asombro y necesidad de detener la vida allí en el Tabor. Les confunde la alegría de ver su rostro transfigurado con el dolor del anuncio de su pasión. Cruz y Gloria.
 
Así caminamos por nuestro mundo, con momentos de cruz, fruto de nuestras heridas personales, de relaciones rotas con los otros, de conflictos en el mundo, originados por la falta de justicia, egoísmos y envidias, de corazones helados,  que nos llevan a guerras como la que estamos viviendo ahora en el pueblo hermano de Ucrania, que nos quita la paz y nos hace tambalear nuestras convicciones en la bondad natural del ser humano.
 
Y a la vez, incluso en el horror de esta guerra, aparecen los momentos de gloria, de tanta gente que se solidariza con el dolor de los otros, que comparte, que se arriesga e incluso pierden la vida para buscar la paz y la justicia en este mundo. En nuestras parroquias y en nuestros pueblos la multitud de personas sencillas que ponen todo, aunque sea poco, para el bien de todos. Estos y muchos otros gestos son signo de gloria, de vida y de resurrección. ¿Cuáles son los tuyos?
 
Jesús enséñanos el camino que nos conduce al Tabor, a disfrutar de tu Presencia en el silencio, en la escucha de tu Palabra. Pero ayúdanos también a vencer el sueño, el temor, el “qué bien se está aquí”, y empújanos al camino, donde se juega la vida, donde nos encontramos con el otro, donde Tú estás presente en el enfermo, el emigrante, el pobre, el excluido, el explotado, el aplastado por la forma de vida egoísta e insolidaria de esta sociedad. Ayúdanos a creer y a confiar en nuestra Iglesia, a comprometernos en ella. A ser militantes cristianos, hombres y mujeres que se insertan en medio del mundo para hacer presente tu Reino. Un Reino de Justicia, de Amor y de Verdad.
 
Déjate transformar, duele como a la serpiente cuando se frota sobre la piedra para mudar su piel, pero solo nos encontraremos con la Vida Verdadera si mudamos nuestra piel vieja y enferma.
 
Jesús Sánchez (Titín).