Estudio de Evangelio. José Luis Cejudo Moreno, diócesis de Jaén
EL VERDADERO DISCÍPULO 2
20 febrero 2022. Lc. 6,27-38
A quienes somos enviados al mundo como apóstoles del Reino, el Maestro antes del envío nos instruye como a discípulos para poder ser luz que alumbre, levadura que dé sabor, semilla de trigo en un campo en que el enemigo también siembre cizaña: “A vosotros, los que me escucháis, os digo”
1.- Jesús retrata un mundo en que los grupos se aman, se hacen favores entre ellos, pero ignoran al resto; se hacen favores, pensando en la rentabilidad, “con la intención de cobrar”.
Pero ese mundo no ha pasado y hoy somos testigos de la misma parcelación de los colectivos, cada grupo reclama sus derechos y ¡lástima de quien no pertenece a ninguna agrupación! Pienso en los encarcelados que no pertenecen a ningún grupo, reclamar sus derechos no es rentable para nadie, denunciar su situación no interesa en un mundo de hombres cerrados en sí mismos, que no ven más allá de las listas de sus asociados.
Por eso, Jesús a sus discípulos nos previene: “Por el contrario, amad, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio”. Me recuerda el consejo al fariseo que en una ocasión lo había invitado a comer: “Cuando des un banquete, invita a cojos, pobres, ciego y lisiados; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte” Lc. 14,14.
Jesús, el buen Maestro, el buen Pastor, que va por delante de sus discípulos, de sus ovejas, nos dijo: “Amad como yo”. Ahí tenemos sus ejemplos, ¿Qué pide a cambio de alimentar junto al lago de Genesaret? incluso rehusó el nombramiento de líder. ¿Qué pedía a cambio de las curaciones? ¿No lavó los pies también a quien lo iba a entregar?
2.- Jesús nos hace conscientes de que nos envía a un mundo de violencia en que impera “el odio, la maldición, la calumnia, el abofetear, la rapiña, llevarse lo que es tuyo”;
Un mundo presente hoy, como entonces, pero magnificado por los grandes poderes: hoy se puede maldecir, calumniar usando los altavoces de los medios y redes sociales; se puede robar a gran escala impunemente asesorándose bien por ingenieros financieros y dejando en la ruina a pequeños inversores en nuevos productos bancarios, en viviendas por construir; desde algunas voces se transmite odio al del otro grupo político, al extranjero que no es rentable, al diferente sexual.
Por eso, Jesús pide a sus discípulos que “como queráis que la gente se porte con vosotros, de igual manera portaos con ella”, aunque ellos no se porten con vosotros como vosotros lo hacéis. Vosotros “Amad a vuestros enemigos”, es decir en concreto “bendecid, orad, haced el bien, no devolváis la pegada…”
Jesús, el buen Maestro, el buen Pastor, que va por delante de sus discípulos, de sus ovejas, nos dijo: “Amad como yo”. Ahí tenemos sus ejemplos, ¿cómo respondió a la bofetada el soldado en el sanedrín? El centurión no le pidió que fuera a su casa, pero Jesús fue hasta ella; lo mismo cuando las hermanas de Lázaro le informan sobre la enfermedad de su hermano; cuando guarda silencio ante las calumnias que denuncian ante Pilato; cuando se deja besar por Judas
3.- Y a cambio, ¿Cuál es mi recompensa? Porque los discípulos no renunciamos a una recompensa. Pues la recompensa consiste en que “no seré condenado, no seré juzgado, seré perdonado”. Cuando pienso en mi vida pasada y presente, ¡me alegra el lote de mi heredad! Dios misericordioso lo será conmigo, borrará mi culpa, no tendrá presente mis pecados… ¿Te parece chica la recompensa, la herencia que me espera? Además, asegurándome, como en las rebajas, que “la medida será generosa, colmada, remecida, rebosante”. Con razón le decía Jesús al fariseo del banquete, para que nos enteráramos nosotros: “y serás bienaventurado porque te pagarán en la resurrección de los muertos”
4.- Por si fuera poca la recompensa anterior, Jesús nos dice “el que escucha mi palabra y la pone en práctica os voy a decir a quienes se parece, seréis como vuestro Padre, que es bueno con los malvados y desagradecido, seréis hijos del Altísimo”, algo así como les decía a los pobres “Bienaventurados porque vuestro es el Reino”.
Empezaba Jesús este adoctrinamiento diciendo: “A vosotros, los que me escucháis, os digo” y nos lo termina, como dijo, refiriéndose a su madre: “Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumples”
Caminar este camino, siguiendo al Maestro como discípulos, nos hará construir sólidamente nuestro ministerio sobre roca, seremos VERDADEROS DISCÍPULOS.