Domingo XXIX T.O. - B. 2021

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Estudio de Evangelio. Domingo Contreras Camarero, diócesis de Burgos

Siempre pidiendo, siempre dando

 

17 Octubre 2021. Mc.10,35-45    

Los apóstoles pedían a Jesús. También hoy nosotros vamos a pedir, ¿honores, suerte, buena cosecha, aprobar exámenes? Mejor, algo que sea más humano: que podamos controlar el covid o fenómenos como el volcán de La Palma y sus consecuencias.
 
Vamos a ver qué nos dice Jesús cuando sus discípulos le piden los primeros puestos. La respuesta que les da es que la grandeza no se mide por el poder que se tiene, pues es un estorbo para promover el estilo de vida querido por él. ¿Qué es lo que les proponía? ¿Una solución rápida? ¿En qué se fija? No en la corona final, sino en el que lleva la corona, el hombre, el cual tiene que recorrer un camino difícil y condicionado por su naturaleza débil para afrontar una pandemia o un terremoto, y les dice cómo, conjugando una palabra mágica, SERVICIO.
 
Este será grande entre vosotros y el poderoso que venza al mal, el que sea vuestro servidor, el que acoge aun niño, el que da a beber tan solo un vaso de agua, el que colabora y se solidariza. Sobre esto, el Maestro es el que nos invitó a hacer lo mismo que él, cuando en la Última Cena lavó los pies a sus discípulos (Jn.13,1-11) y se nos dio a sí mismo para que tuviéramos la Vida (Lc.22,19). El nos pidió que fuéramos un don de Dios para nuestro pueblo “siendo buen pan espiritual para alimentar a todos por la palabra, el ejemplo y la entrega” (V.D.418). Es necesario que nos bajemos de nuestros esquemas de gobierno y autoridad, que nos inutiliza para buscar el bien de todos.
 
Hoy, más que nunca, con motivo de la pandemia o esas catástrofes naturales, mucho debemos ayudar, pues si no nos hacemos servidores de los hermanos, tampoco podemos decir que sirvamos a Dios. El papa Francisco nos dice: “servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo (F.T. 115).
 
En el quehacer de cada día vemos que eso de servir es lo que lleva a muchos a la alegría y la paz. Es lo que sintieron aquellas hermanas minusválidas cuando las fui a ver el Belén de Navidad o aquella enferma que me recibió los evangelios como el mejor regalo. Y cuántos servicios y ayudas no podemos hacer a través de Cáritas, Cruz Roja, etc., a nivel individual y colectivo. Es decir, lo más valioso es la cercanía humana, ir pasando por la vida poniendo amor y cariño a los que no te podrán pagar con dinero. Este es el milagro que todos esperamos.
 
Necesitamos creyentes sin ambiciones personales que trabajen por un mundo más humano y una Iglesia más evangélica que sepan darse siempre como Cristo hizo y sigue haciendo por nosotros, el que ahora mismo nos da su pan de Vida Eterna.