Domingo XXII T.O. - B. 2021

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Estudio de Evangelio. Lucio Arnáiz Alonso

 

29 agosto 2021. Mc 7,1-8.14-15.21-23

 

         ¿Qué nos revelan estas lecturas del misterio de Dios?

 

. Dios se abaja y se estrecha, para que su pueblo sienta su presencia y su cercanía. Dios se hace entender por su pueblo. ¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios?

 

. Dios nos engendró con la palabra de la verdad, que es Jesucristo, su Hijo muy amado. Somos fruto de la acción creadora de Dios; somos la obra de sus manos. El amor de Dios, continuado en el tiempo, nos engendra permanentemente y convierte nuestra historia en historia de salvación.

 

. Obedecer a Dios y poner en práctica su palabra es fuente de sabiduría e inteligencia a los ojos de los pueblos. ¿Dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy? El más sabio a los ojos de Dios es el que se pone incondicionalmente al servicio de su voluntad

 

          ¿Qué valor tienen las tradiciones religiosas de nuestro pueblo?

 

. No he venido a abolir sino a dar plenitud. Habéis oído que se dijo… pero yo os digo… Dios se nos ha ido manifestando progresivamente; Dios se ha hecho entender. En nuestras tradiciones religiosas se ha ido expresando el querer y el sentir de Dios. Pero no todo es trigo limpio entre lo heredado de nuestros mayores. Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí… Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. Es necesaria en todo momento una tarea de purificación

 

. Lo que importa es lo de dentro, la intención profunda del corazón. Lo que sale de dentro es lo que hace puro o impuro al hombre.

 

. La religiosidad auténtica a los ojos de Dios es atender a huérfanos y viudas en su aflicción. “La gloria de Dios es la vida de los hombres” (S. Ireneo de Lyon).

 

Textos de Antonio Chevrier:

 

“El Espíritu Santo es quien ha de producir en nosotros todo lo exterior… Hay que ocuparse mucho más de lo interno que de lo exterior; dar mucha más importancia a lo interior que a lo exterior, inculcar en las almas la vida interior, que lo exterior seguirá siempre. Nada habréis hecho con empezar por lo exterior” (VD 221).