I Domingo Cuaresma - B

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Estudio de Evangelio. José Ramón Peláez Sanz, diócesis de Valladolid

Al comenzar el camino de la cuaresma el Evangelio nos presenta a Jesús en el desierto durante cuarenta días. No es un tiempo de relax ni siquiera de un plácido retiro de oración, sino que va al desierto para un combate, el Espíritu lo lleva allí para ser tentado por Satanás.

 

21 febrero 2021. Mc 1,12-15 

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: —«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».

 

Marcos no detalla estas tentaciones, como harán Mateo y Lucas, aquí no sabemos el contenido de las trampas del enemigo. Pero sí nos da dos rasgos de una profundo significado: que está cuarenta días en desierto y que vive entre alimañas y servido por los ángeles. ¿Qué nos quiere decir con esto?

 

Que Jesús vuelve al principio para recorrer solidariamente el camino de sus hermanos los hombres, entre quienes se ha encarnado como un uno más, sin ningún privilegio, aunque libre de pecado. Vuelve al principio del pueblo de Israel en el desierto y al principio del camino de la humanidad en el paraíso.

 

Por eso pasa cuarenta días en el desierto para recorrer el camino del éxodo en el que Israel descubrió su identidad como Pueblo escogido de Dios durante cuarenta años, y donde selló la primera Alianza en medio de quejas y tentaciones: hacer un becerro de oro, reclamar a Dios comida y agua, y tentar repetidamente su paciencia con sus interminables quejas.

 

Vive en medio de la naturaleza “entre alimañas” y en compañía de los ángeles, como los primeros padres en el Edén. Vive en sintonía con la naturaleza y en presencia de Dios, como era el plan del Creador antes de que sus hijos sucumbieran a la tentación de constituirse en centro del mundo y vivir de espaldas al Amor que les ha creado y les ha regalado la vida y una tierra para compartir. 

 

Jesús sale vencedor de las tentaciones para abrir de nuevo el camino de la Alianza, de la vida como hijos de Dios y como hermanos que comparten y cuidan de la casa común.

 

Es más, él mismo es ese camino. En Él que cura y perdona, que anuncia el Reino acontece la tan deseada salvación, se va a renovar la Alianza y vuelve a ser posible ser persona en el Amor, según el primer plan e Dios. Por eso va a recorrer los caminos diciendo “ven y sígueme”, porque ahora es Él la ley de la Nueva Alianza y sólo en Él va a encontrar el ser humano su auténtica vocación.

 

Esto nos lo cuenta Marcos en la segunda parte de este texto, tan denso en su brevedad. Juan Bautista es encarcelado, esto significa que ha terminado el tiempo del precursor y se inicia la misión del Hijo de Dios. Jesús lo anuncia: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”. Ya se ha iniciado el tiempo de la salvación esperada, del perdón por la alianza rota y es posible volver de nuevo al camino de Dios.

 

Lo más importante de esta llamada es la fe. Creer. Sí, creer, porque antes de hacer nada, antes de cualquier conversión moral, la base de todo está la fe en la salvación regalada y en el Hijo que la hace presente.

 

Fe que es abandono y confianza como la de los pescadores que a renglón seguido (aunque hoy no lo leamos) dejan las redes y le siguen sin saber a dónde, porque él es la salvación y el camino de conversión para alcanzarla. Creer en el evangelio es confiar de nuevo en Dios como Padre bueno que está a nuestro favor, y no en las sospechas con las que Satanás quiere  apartarnos de él por un falso camino.

 

Esta lucha con el tentador que inicia la cuaresma se nos va a presentar de nuevo en forma de pregunta al culminarla en la Vigilia Pascual. “¿Renuncias a Satanás? (…) ¿Crees en  Jesucristo, Hijo de Dios...?” Entre uno y otro extremo de este dilema está nuestra respuesta a la llamada de Jesús. Convertíos y creed en el Evangelio”