Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona
En el Evangelio del próximo domingo, 28º, vemos que el camino de Jesús pasa por las fronteras. Pasando por la frontera geográfica entre dos territorios que viven de espaldas nos muestra que se pueden romper fronteras humanas y acercarse a los excluidos (en este caso, los leprosos) y transformar su realidad.
Notas por si hacen falta
Notas para seguir el hilo del Evangelio
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Retomamos el hilo de Lucas donde lo dejamos el pasado domingo.
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No olvidemos que, desde finales del capítulo 9, estamos siguiendo a Jesús que tomó la decisión de ir a Jerusalén (Lc 9,51).
Notas sobre la cultura religiosa del país y tiempo de Jesús
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La Ley obligaba a quienes tenían la lepra a mantenerse apartados de las demás personas (Lv 13,45-46).
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Los sacerdotes eran quienes tenían autoridad para declarar si una persona era pura o impura según la Ley. Así pues, quien por ellos era declarado puro, podía vivir en sociedad.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
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Jesús sigue su “camino” hacia la Pascua (11). Un camino que pasa por la frontera: frontera geográfica entre dos territorios que viven de espaldas (11); y frontera humana, cerca de los excluidos, cerca de los “leprosos” (12), aquellos que siempre se ven obligados a malvivir al otro lado de la frontera, a quienes no se acerca nadie.
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El paso de Jesús cerca de ellos, y la actitud que tiene, permite que se le acerquen estos excluidos, que todavía están “lejos” (12).
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Los excluidos “gritan” (13). Reconocen a Jesús como “maestro” (13). Con la petición que le hacen expresan que lo reconocen como Mesías. Le piden lo que sólo Dios puede dar, que es lo contrario a la exclusión (13): creen que Dios no les excluye.
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Jesús les responde. ¿Les da lo que piden? De momento los ha escuchado, ha puesto atención en ellos; y los pone en acción porque el reconocimiento de Dios ya lo tienen, pero el reconocimiento de la comunidad se lo tienen que trabajar: tienen que dar testimonio ante la comunidad de aquello que han encontrado en Dios (14). Esta acción, este testimonio, contribuirá a transformar la realidad injusta.
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La curación provoca la actitud del agradecimiento (15). Sólo uno, sin embargo, se deja marcar por esta fe en la acción de Dios en su vida y, por lo tanto, por la gratitud (15 y ss).
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Jesús hace notar dos cosas:
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Que no todos se abren a la fe desde la vida (17). A nueve de los diez hombres, la experiencia de curación no los ha abierto a la fe (si entendemos por fe el reconocimiento de la presencia activa de Dios en la vida).
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Y que la persona que lo ha reconocido es un “extranjero”, es decir, doblemente excluido en el pueblo de Israel: por ser leproso y por ser “samaritano” (18).
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Jesús dice explícitamente cual es la voluntad de Dios: que el ser humano se levante y sea libre (19).
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Y pone de manifiesto que, por pequeña que sea (Lc 17,5-6), es la fe en Dios la que “salva” (19). Es decir, quien salva es Dios.
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La fe es lo que nos hace vivir, ya ahora y aquí, como salvados.