Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona
La Palabra de Dios de este domingo nos sitúa en la humildad de reconocer que las cualidades y virtudes, propias y de los demás, son don de Dios. Y la humildad de reconocer que de los defectos que vemos en los demás también somos partícipes.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Mi fijo en lo que “habla mi boca”, en lo que comunico, en lo que expreso con mi vida, y me pregunto si estoy arraigado en el corazón de Dios, en el Reino que Jesucristo anuncia y hace presente.
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... Me fijo en los frutos de vida que Dios hace que demos y que recogemos entre todos.
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para situar el texto en el conjunto del Evangelio según Lucas
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El texto de este domingo es la continuación del que se nos regalaba el pasado domingo. Puede ser bueno releer el capítulo 6 de Lucas desde el versículo 20, en el que Jesús proclama las bienaventuranzas (lo teníamos hace dos domingos).
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Esta sección tiene muchos puntos de contacto con el llamado discurso del monte de Mateo (Mt 5-7), pero es mucho más breve. Lucas deja de lado los elementos que se refieren a la relación con la antigua alianza y presenta las palabras de Jesús como una proclamación a los pobres y a los que sufren y como una llamada al compromiso en favor de Jesús (Lc 6,22).
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Así como en el evangelio según Mateo Jesús sube a la montaña para hablar a la gente (Mt 5,1), aquí se dice que Jesús se encuentra en un lugar llano (Lc 6,17); para Lucas la montaña es el lugar del encuentro con Dios, y Jesús baja de ella cuando se tiene que acercar a la gente.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
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Jesús se dirige a los discípulos con la misma frase, la del versículo 39, que en el Evangelio según san Mateo aplica a los fariseos (Mt 15,14), en dónde también ha dicho de ellos que la planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz (Mt 15,13).
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Con la expresión “ciego” (39) Jesús se refiere a la persona que no tiene la luz de la Palabra de Dios.
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“Guiar” (39) es una alusión directa a quienes tendrán la misión de guiar a la comunidad cristiana, misión que consiste en transmitir esta luz de la Palabra de Dios.
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Toda persona que es llamada a ser guía de la comunidad, por lo tanto, necesita dejarse llenar ella misma de la luz de la Palabra. Una Palabra que se ha hecho hombre en Jesús (Jn 1,14). El guía tiene que llenar-se de Jesucristo.
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Con la afirmación de que “un discípulo, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro” (40), Jesús, que es el Maestro, está diciendo que nos quiere como Él mismo. Todos los discípulos somos llamados a ser otro Cristo. Es la vocación que hemos recibido por el Bautismo y lo que ya somos por el Bautismo.
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“La mota y la viga” (42): La “viga”, imagen de lo que nos impide “ver”: nos impide recibir la luz de la Palabra y descubrir el don de Jesús, la vocación (la propia de cada uno). Nos impide ver al hermano correctamente y lo juzgamos. Sin la Palabra de Dios no nos vemos bien ni a nosotros mismos ni a los demás.
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La Palabra de Dios nos sitúa en la humildad de reconocer que las cualidades y virtudes, propias y de los demás, son don de Dios. Y la humildad de reconocer que de los defectos que vemos en los demás también somos partícipes.
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El “árbol” (44): la persona arraigada en el corazón de Dios, en su Palabra, producirá las obras, “fruto”, de Dios. Y no sólo las obras, también las palabras de su boca (45) serán expresión de la Palabra de Dios.