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Domingo 2º Pascua A_2023

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Estudio de Evangelio. Francisco Manuel Sánchez Ramírez, diócesis de Granada

 

16 abril 2023. Jn 20,19-31
 
La resurrección de Jesús no es algo del pasado, ni algo que le sucedió sólo a Él.  Jesús ha resucitado para nosotros, para iluminar y transformar nuestras vidas, para que su vida abundante y plena también sea nuestra hoy.
 
  Lo que posibilita esta transformación es la Fe en Jesús que, nace del encuentro con Jesús Resucitado en quien experimentamos el inmenso amor de Dios, que ilumina y transforma por completo nuestra vida.  
 
  El Evangelio nos da una hermosa catequesis de este encuentro que transforma por entero la vida de los discípulos:
 
  Jesús siempre tiene la iniciativa, Él se hace siempre presente, especialmente cuando estamos reunidos como hermanos entorno a su Palabra y a su mesa en la Eucaristía del Domingo. El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz.  No importa que sea de noche, como cuando le entregaron, le negaron y le abandonaron, es decir, el pecado, la traición no detiene a Jesús. No importa que las puertas estén cerradas por el miedo, la incertidumbre, las heridas, el cansancio, nada impide a Jesús estar en medio de sus discípulos.
 
  Hay un gesto que les abre los ojos y el corazón: Ver sus manos y costado heridos. Son los signos de su amor permanente y su victoria. El que está en medio de los discípulos, es el mismo que dio la vida por ellos. San Anselmo dirá que «las heridas que su cuerpo recibió nos dejan ver los secretos de su corazón; nos dejan ver el gran misterio de piedad, nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios».  Ahora empiezan a entender que todo lo ocurrido en la cruz ha sido por su amor sin medida, hasta el extremo.  
 
Caer en la cuenta del amor de Jesús, les abre a la fe y les transforma por completo,
 
Pasan del miedo a la alegría: Contemplar sus manos y su costado, experimentar su amor sin medida por ellos, les da ojos nuevos para descubrir a Jesús a su lado, marcado para siempre por nuestras heridas y les permite acoger su paz, la serenidad y confianza infinita en el Padre que siempre sostuvo su vida, especialmente en su pasión, una confianza que se traduce en infinita alegría, que nada ni nadie les podrá robar.  
 
  Pasan de estar encerrados a ser enviados. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. La misma misión de Jesús, la que el Padre puso en sus manos ahora abiertas y traspasadas por ellos, se prolongará en ellos. No son predicadores de una ideología, ni de una tradición, ni de una religión, son testigos de una experiencia de amor que transmite su perdón y que reconcilia con Dios y hermana.   Toda fe, si es auténtica nos convierte en misioneros. Una comunidad sana es de por sí misionera, se siente urgida por la caridad de Jesús, a llevar su vida nueva allí donde falta vida.
 
Pasan de estar con el corazón a oscuras a recibir el Aliento de su Corazón. Para esta misión Jesús los reviste con su mismo amor. Jesús les da el gran regalo de la Pascua: el Espíritu Santo que es el aliento de su corazón. Todo el amor, la bondad, la fuerza, la alegría, el perdón que el Padre había puesto en sus manos para que nos lo entregara, lo pone ahora en las manos de sus discípulos.
 
Esta experiencia de fe sana incluso la incredulidad, como hizo con Tomás, pero habremos de abrirnos a él, dejarnos transformar por Él. El episodio de Tomás, nos muestra cómo:
 
  1. Haciendo la experiencia de la comunión Tomás se encontrará con el Resucitado y aprenderá a creer para ver. A Jesús sólo se le encuentra, se sirve y se le anuncia en medio de los que lo aman. La comunidad es el lugar del encuentro con el Señor Resucitado.  La sinodalidad no es una moda sino la manera de ser Iglesia de Jesús. Tomás no está con los hermanos ni hace caso de su testimonio y por eso no puede creer. La comunidad que se reúne para escuchar su Palabra, celebrar y agradecer su amor en los sacramentos y que vive con un solo corazón y una sola alma, compartiendo toda la vida, la fe el pan y la misión, será el lugar para encontrar al Resucitado.  
 
Es precisamente este testimonio de comunión y vida fraterna,(no los milagros) lo que atrae y convierte a los primeros cristianos, como hemos escuchado en la primera lectura. Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; …la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.
 
  1. Palpando las heridas abiertas del Señor en los que sufren, en los heridos como Él, lo encontrará a Él, porque son el otro sacramento de su presencia. Ahí se despertará su corazón, hecho para amar, ahí encontrará siempre a Dios y a los verdaderos creyentes. Ahí nos llama reconocerle y a amarle.
 
  1. Aquí tienes mis manos, aquí tienes mi costado.
 
Jesús, hoy y cada Domingo, nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. A entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso que nos hará CREER PARA VER
 
Aquel que las contempla, y que las palpa en la comunidad y en los que sufren, dirá a Jesús aquí tienes mis manos, porque se sentirá empujado a unir sus manos a las manos abiertas y traspasadas de Jesús, para hacer nuevas todas las cosas. En este mundo tan herido por las guerras, el individualismo, la indiferencia, seremos por él, con Él, y en Él, la presencia y la prolongación de la misericordia victoriosa de Dios, manifestado en sus manos abiertas y traspasadas por la humanidad.
 
Seamos creyentes y creíbles.