Estudio de Evangelio. Carmen Robledano Fernández. IFP, Madrid
Lc 17, 5-10. 2 de octubre 2022
Contemplando a Jesús en este texto evangélico descubro cómo él acoge la petición de Juan que formula en plural, como portador del grupo: “Señor, auméntanos la fe”. Pero su acogida supone una corrección, una instrucción que como su maestro ha de hacer para puntualizar que la fe no se mide por la cantidad sino por la calidad.
Jesús les replica: “Si tuvieses fe como un granito de mostaza” es decir, como una cantidad muy pequeña, el resultado sería espectacular.
Jesús utiliza el lenguaje exagerado para hacerles caer en la cuenta del poder de la fe: “Dirías a este sicomoro: arráncate y plántate en el mar, y os obedecería”. La fe es un don que supera toda posibilidad.
Es confiar plenamente que para Dios no hay nada imposible. Así lo vivieron tantos personajes de la Biblia, como. por ejemplo: Isabel la madre de Juan Bautista que en su ancianidad y siendo estéril concibió a Juan el bautista. Y lo mismo ocurrió con maría que no conociendo varón fue la madre de Dios por la acción del Espíritu Santo. María se fio plenamente del mensaje del ángel y creyó que todo era posible para Dios y se manifestó como la esclava del Señor diciendo que se cumpliera en ella su palabra. El don de la fe la hace servidora y disponible para hacer la voluntad de Dios.
Jesús en su respuesta a Juan describe la actitud que el creyente debe tener ante Dios que no es otra que la de servirle con humildad y agradecimiento. El don de la fe, que surge del encuentro con Dios es un don recibido gratuitamente. Por eso la vida del creyente ha de ser una respuesta agradecida y no una búsqueda de recompensa.
No se trata de tener más fe en sentido cuantitativo, en creer muchas cosas. Por eso lo que de verdad ha de crecer y aumentar es la calidad de nuestra relación con Dios que nace de nuestro encuentro personal con Cristo que nos hace experimentar que nuestra vida tiene sentido y podemos confiar en Alguien que nos ama y acompaña en nuestra vida.
La verdadera fe se alimenta del verdadero Dios y vive la dinámica de la humildad y la confianza.
Señor, aumenta la calidad de nuestra fe, que siempre busquemos tu rostro, que te reconozca como mi amo y esté disponible a tu servicio.