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Domingo 25º T.O. - C. 2022

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Estudio de Evangelio. Manolo Rodicio Pozo, diócesis de Ourense

No podéis servir a Dios y al dinero. Seguimos escuchando al maestro, que en el camino hacia Jerusalén, enseña. Queremos escucharlo y, así, mejor poder seguirle.

 

 

18 Septiembre 2022.  Lc 16, 1-13.

 

La parábola de hoy es desconcertante. A primera vista parece una alabanza de un fraude, de una mentira. Y sin embargo, el evangelista, en medio de tantas parábolas y dichos de Jesús, la recoge en su Evangelio. Le parece que puede ser muy útil al cristiano de su comunidad.

 

No nos pararemos en el análisis de si era o no normal que un administrador tuviese tal posibilidad, aunque sea útil para conocer aquella sociedad. Me fijo en la historia contada: un hombre que se queda sin trabajo y busca una salida.

 

Lo importante son las enseñanzas que fluyen de la parábola, que, curiosamente, son varias. Podemos centrarnos en tres… y en las tres se repite una palabra: dinero…

 

 1. Invitación a la astucia:

 

Primera advertencia sobre el dinero. “Ganaos amigos con el dinero de iniquidad”. El dinero ha de estar siempre al servicio del bien, de la fraternidad. El dinero nunca puede ser un fin sino siempre un medio “para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas” (v. 9)

 

Pero no sólo habla de dinero, también habla de ser astutos. “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz…” (v. 8). Ya en otra ocasión había dicho: “Sed astutos como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10, 16) Es una invitación a ser astutos para el bien. Ojos abiertos y atentos para buscar caminos. Hoy, cuando se muestran inútiles tantos caminos trillados, más que nunca necesitamos avivar la astucia que resulta tan cercana a la audacia (parresía le llama el NT). Es el Señor el que conduce la historia, que está aunque parezca ausente, que hace su obra aún a pesar de mí, pero que quiere contar conmigo. Que pide que ponga en acto mis mejores cualidades, que inicie caminos nuevos, que salga de mi estado de confort.

 

 2. Fidelidad en lo poco.

 

Segunda advertencia sobre el dinero. “El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto… si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera?... (vv. 10-12) “Total es poquita cosa” dice el que hace pequeños sisos y… El Señor nos pide integridad siempre.

 

Pero no solo en el dinero, sino en todo. Cuidado con lo pequeño… En la distancia corta, en las cosas pequeñas, es donde más resalta la verdad, con el dinero…y con todo. Infiel en lo poco soy cuando cometo pequeños quebrantamientos que otros no ven. Cuando soy uno en público y otro en la vida familiar. Cuando mantengo discurso de justicia y me aprovecho de una insignificancia. Cuando no cuido los pequeños detalles: la acogida a todos y cada uno. La cercanía a todos…

 

Cuidar lo poco, lo pequeño, el día a día… No solo en el dinero. Que también. Y sobre todo.

 

 3. No podemos servir a Dios y al dinero.

 

“Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero” (v. 13) Llegamos al final que es rotundo. Contraposición rotunda. No caben media tintas. O Dios o el dinero. Porque el dinero se convierte fácilmente en Dios. Bien lo sabemos en este mundo donde reina. Se ha convertido en la gran tentación y lo decimos de muchas formas. “Sin dinero no hay nada”. “En este mundo, el dinero”. “Tanto tienes, tanto vales” … Y acaba ocupando el lugar de Dios, mediatizando incluso nuestra vida pastoral…

 

¿Seremos capaces de romper esta lógica imperante? Esta es la propuesta del Señor.

 

Concédeme, Señor la gracia de sentirme, una vez más, seducido por ti, Jesucristo Pobre, y seguirte pobremente con alegría.