Estudio de Evangelio de Hch 14,21-27 y Ap 21,1-5 en clave sinodal. Jesús Andrés Vicente, diócesis de Burgos
La Iglesia, obra nueva de Dios. Las características de una Iglesia sinodal
15 mayo 2022
La Iglesia, obra nueva de Dios
El Apocalipsis cierra el Nuevo Testamento con la visión del cielo nuevo y la tierra nueva. En una perspectiva escatológica, el vidente lo aplica a la Iglesia de su tiempo, al mismo tiempo martirial y triunfante; una Iglesia que vence al mundo dentro de su propia realidad histórica. Pero es la Iglesia de todos los tiempos que discurre entre el primer mundo que se acaba y el nuevo mundo que ya emerge. Una obra de Dios presente y actual, que sufre los embates del mal en su propia carne superándolos por la paciencia y la mansedumbre del Cordero/Siervo que es su modelo.
La Iglesia obra de Dios refleja la novedad de vida de su creador y Señor. Presente en este mundo, destaca por esta “novedad” que nos viene de lo alto (y no por ir a la contra de las corrientes terrenas). La Iglesia de Jesucristo, guiada con su ejemplo y enseñanza y con el don del Espíritu, presenta ante el mundo ese “cielo nuevo” y esa “nueva tierra”, que es un horizonte superador y atractivo hacia el que confluyen todas las aspiraciones y los anhelos humanos. Con una perspectiva salvífica, nunca condenatoria.
¿Cuál es la razón de esta “novedad”? En la Iglesia se ha instalado el amor de Dios. Como un esposo que busca a su esposa para hacer con ella una alianza de por vida; para habitar con ella en esta tierra como su domicilio esponsal. En una comunión de vida en la que la historia humana se va transfigurando en historia de salvación.
- ¿Qué es lo que nos inquieta en la Iglesia de hoy? ¿El descenso del número de practicantes, la edad avanzada de los cristianos, la falta de relevo generacional? ¿La escasa repercusión en la sociedad, la ausencia de testimonios convincentes? ¿El poco acierto a la hora de evangelizar?... Para resumirlo en una respuesta que a la vez es pregunta abierta: ¿transmitimos la novedad de Dios?
- Esta “novedad” marca una diferencia - ¡no una superioridad! - sobre el trasfondo de un mundo caduco. La Iglesia no es la competidora de la sociedad humana sino que, desde dentro de ella, pretende ser sal y luz, perfume de Evangelio y levadura transformadora. Recrea, eleva, esponja y abre a perspectivas inesperadas. Ilumina y señala caminos de realización humana y social, pero no gobierna ni remplaza a los dirigentes. Sufre con los que sufren y llora con los que lloran. Enriquece las distintas situaciones históricas y se deja enriquecer por ellas. Y siempre acoge y acompaña… ¡Esto nos ha de preocupar y no “lo otro”!
Desde este punto de vista, la sinodalidad en la Iglesia es fruto de la “novedad de Dios” no de las estrategias humanas. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios… Es un don que se nos otorga para converger y andar un mismo camino los que, por naturaleza y origen, pretendemos seguir nuestra propia ruta.
- Las sesiones finales de la Asamblea diocesana duraban una jornada entera. Pero la lectura y votación de las propuestas, los círculos de intercambio iban precedidos de un rato largo y descansado de plegaria comunitaria. En las evaluaciones finales, ha sido esta experiencia la más valorada. La oración al Espíritu ha contribuido a colocar las cosas en su sitio, a elevar los ánimos y crear convergencia por encima de las ideas y proyectos de cada cual.
Las características de una Iglesia sinodal
Siguiendo la lectura de los Hechos, “la Iglesia en camino” ha de combinar la itinerancia misionera con la estabilidad institucional. Pablo y Bernabé representan la itinerancia, con sus funciones de evangelizar a nuevos cristianos, especialmente en los pueblos gentiles; de formar nuevas comunidades eclesiales y ponerlas en relación con los apóstoles; de organizarlas de forma carismática según los diferentes dones del Espíritu; de formarlas y confortarlas en las primeras adversidades. Sin embargo, la designación de presbíteros corresponde a la estabilidad que necesita toda comunidad para echar raíces y expandirse armónicamente.
- La Iglesia sinodal se basa en los carismas plurales que otorga el Espíritu para el bien común. ¿Cuáles son los carismas de la itinerancia, que abren a la Iglesia a nuevas realidades personales y sociales y proporcionan el crecimiento externo? ¿Cuáles, los de la estabilidad que aseguran el crecimiento interno?
La Iglesia que surge de Pentecostés pone de manifiesto el proyecto de Dios. Así quiere que sea su Iglesia: abierta, dinámica, fraterna, corresponsable. De esta manera, los cristianos convivirán en la paz y la alegría y se harán atractivos para las gentes.
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Los participantes en la Asamblea diocesana recién concluida coincidían en que lo mejor de la asamblea era precisamente que ésta se hubiera celebrado. La propia realización era ya una experiencia de comunidad cristiana en camino. El futuro ya había comenzado. Curiosamente los que han manifestado más este gozo y gratitud son los laicos participantes. ¡Hay deseos y sed de Iglesia verdadera, la Iglesia de Jesucristo según el Evangelio!