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Domingo 4º Pascua C_2022

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Estudio de Evangelio de Hch 13,14.43-52 y Ap 7,9.14b-17 en clave sinodal. Jesús Andrés Vicente, diócesis de Burgos

¿Cómo se difunde el cristianismo?. La Iglesia de los Hechos y la Iglesia institucionalizada

 

8 mayo 2022 

¿Cómo se difunde el Cristianismo?

 

El comienzo es Jesucristo. El Resucitado está definitivamente con el Padre y con nosotros. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. El cristianismo comienza con la presencia del Señor en la vida de los hombres. En cada episodio, Él nos precede en Galilea, rehace de nuevo su camino pascual con su pueblo. La evangelización consiste en comenzar y recomenzar el itinerario del Maestro con sus discípulos desde la “Galilea” de cada cual (su situación humana, ambiental, cultural). En este proceso detrás de Jesús según el evangelio se van recorriendo de manera dinámica los misterios gozosos, luminosos, dolorosos, gloriosos… Con este o parecido esquema el P. Chevrier va estructurando los distintos “Sígueme”, pasando por “mis sufrimientos” hasta “mi gloria”. Es un camino pascual desde el principio. Así lo presenta el Apocalipsis. Los que vienen de la gran tribulación son conducidos por el Cordero-pastor hasta las fuentes de aguas vivas.

 

De esta manera se van creando comunidades de discípulos en forma de círculos concéntricos. En el relato de los Hechos aparecen los apóstoles en el centro (Pablo y Bernabé) haciendo presente al Señor con la Palabra y el testimonio pronunciados en su nombre. En segundo lugar se les adhieren por la fe muchos judíos y prosélitos practicantes. Más tarde, se amplía el círculo con casi toda la ciudad, que acude a oír la predicación de la Palabra de Dios anunciada por Pablo y Bernabé.

 

Todas estas gentes quedan seducidas por la novedad de vida que propone el evangelio de Jesús. Cuando se deciden a ponerla en práctica surgen los problemas con los judíos de la religión tradicional: persecuciones y expulsiones. Los odres viejos no pueden contener el vino nuevo. Pero con la guía del Espíritu, los apóstoles aprovecharán este rechazo para abrir la Iglesia de Cristo a los gentiles, comenzando así nuevos itinerarios.

 

Los procesos de la primera evangelización en los Hechos no son unos comienzos “sui géneris”, irrepetibles. Al contrario, van creando la estructura fundacional que sostendrá a la Iglesia hasta el final de los tiempos. Una Iglesia de comunidades de discípulos, vertebradas y relacionadas entre sí a través del ministerio apostólico. Una Iglesia sinodal en diversidad de “Galileas”, de judíos y gentiles. Desde el principio, una y diferente, en la comunión de un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre (Ef 4,5-7).

 

La Iglesia de los Hechos y la Iglesia institucionalizada

 

Las comunidades de los orígenes chocan inevitablemente con la sinagoga. El judaísmo ha perdido la vitalidad de los patriarcas y los profetas; ya no es el pueblo que entra en la tierra prometida y se dispone a defenderla y prepararla para una nueva etapa histórica. Está asentado y siempre amenazado por sus enemigos que han visto al desnudo sus puntos flacos: una teocracia con todos los resabios del poder humano, una religión formal y legalista, un alejamiento de su Dios quien en otro tiempo fuera su fuerza y su baluarte…

 

El peligro de la institucionalización de toda obra colectiva se hace inevitable. Con el paso de los años – no muchos – la propia Iglesia se verá afectada por los mismos rasgos que advertimos en el judaísmo de los Hechos. Una Iglesia donde reina el poder, la “hybris” humana y la ley que condiciona el crecimiento... ¡no pude ser una Iglesia sinodal! No podemos deducir la sinodalidad de unas estructuras de poder y de lo que Chevrier llamará la falsa religión. Son incompatibles. Por eso, la Iglesia de los Hechos no es sólo una bonita aventura en los comienzos de la era cristiana sino una referencia constante para una auténtica renovación eclesial. Es el canon, la regla verdadera para reunir y convocar a la Iglesia de Jesucristo y no a la de nuestros gustos e ideologías. Buscar entre todos la Iglesia que nos satisface – algo imposible, por cierto – no es sinodalidad sino ensoñación humana.

 

 

¿Cómo será la Iglesia del mañana? Sólo Dios lo sabe. La lectura de los Hechos nos permite anticipar las grandes líneas: