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III Domingo Adviento - C. 2021

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Estudio de Evangelio. Julio Brezmes Valdivieso, diócesis de Valladolid

12 de diciembre 2021. Lc 3,10-18

 La invitación de Sofonías, salmo y Pablo a la alegría en este domingo : “Alégrate hija de Sion”, “gritad jubilosos”. “Alegraos siempre en el Señor” tiene su fundamento.  “Porque el Señor tu Dios ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo, está en medio de ti”.
 
 La buena noticia de un Dios misericordioso que llega, acoge, perdona y recrea, en primer lugar, trae consigo la alegría como consecuencia de sentirse uno amado, porque, mientras Dios siga perdonando, hay sitio en nuestras vidas y en el mundo para la alegría y la esperanza de cambiar. Gracias, Señor, fuente de alegría que salta hasta la vida eterna, gracias por tu venida.
 
Y, en segundo lugar, lleva consigo exigencias (“no temas, no desfallezcas”, “sed constantes en la oración”, “guardaos de toda forma de maldad”) porque los dones que Dios nos regala se convierten en tarea; llevan consigo una actitud de autoexigencia.
 
Qué tenemos que hacer? preguntan al Bautista. La misma pregunta que los judíos hacen a Jesús después de la multiplicación de los panes. Acostumbrados al cumplimiento de obras externas de la ley, tradiciones y prescripciones agobiantes creen que el Bautista y Jesús les van a imponer nuevos preceptos. En una religión así el Dios amor no tiene sitio.
 
La respuesta de Jesús es “que creáis en aquel que Él ha enviado” y la de Juan en la línea de los profetas, que exigen, más que actos cúlticos,  derecho, justicia, solidaridad con los pobres. “El que tenga dos túnicas…” Comparte la vida, los bienes, los dones, el camino.
 
Comparte la vida. Esto es posible si lo que tenemos en el corazón lo echamos fuera para que lo ocupe totalmente el Señor que está en los hermanos. Esto nos lleva a estar más cerca de los que sufren, más atentos a las necesidades de los pobres, tener mayor capacidad de escucha y acogida, conocer mejor sus problemas. Compartir así la vida nos hace ser unas personas excéntricas, porque el centro son los otros, y expropiadas. Jesús no tenía tiempo para comer; su comida era “hacer la voluntad del Padre”. No es extraño que sus parientes fueran a buscarlo pues decían: “está fuera de sí”.(Mc.3, 21)
 
Comparte los bienes y dones. Compartir los bienes es algo más que tener todo en común. Es el que los pobres puedan abusar de ti: de tu vida, tu tiempo, tus cualidades. Es convertir tu vida en ofrenda de manera gratuita y esto no es fácil sin un conocimiento profundo de Jesús y un seguimiento fiel. “No demos de lo que nos sobra”. Démonos totalmente.
 
Comparte el camino. Hablar del camino es señalar la orientación de una vida, la opción fundamental que el ser humano tiene que discernir y elegir. El camino es un proceso de pasos y etapas sucesivas; exige un proceso continuado; así es el camino que nos conduce a Dios; un camino que no hemos descubierto nosotros y por el que vamos dando pasos porque, el camino que conduce a Vida verdadera, es Jesús; mientras vamos de camino sigamos sus huellas y caminemos juntos porque lo importante es: “llegar juntos y a tiempo”.
 
El que viene “os bautizará con E. Santo y fuego” El E. Santo es fuego que purifica, ilumina y da calor. Si queremos ser verdaderos y humildes testigos dejemos que el Espíritu nos purifique de nuestra autosuficiencia, destruya nuestros desalientos, encienda en nuestros corazones la luz de la esperanza porque Él sabe que la tarea es dura y necesitamos su ayuda para irradiar luz, amor y vida en nuestro quehacer diario