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Domingo XVI T.O. - B. 2021

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Estudio de Evangelio. Serafín Fernández Rodríguez, diócesis de Ourense

 

18 julio 2021. Mc. 6, 30-34

 

Tratamos de dejarnos acompañar por Jesús.

 

Lo que primero llama nuestra atención son los apóstoles eufóricos. Llegan después de trabajar en el campo al que los enviara el Señor. Y han cumplido. Deber hecho. Y dan cuenta de ello al Señor, que les había enviado.  Es importante el subrayar la alegría de los discípulos.

 

También, para nosotros, la causa de nuestra alegría debería de ser el deber cumplido, el hacer y enseñar, y el poder compartirlo con el Señor.

 

Vemos a Jesús que les invita a descansar; a estar a solas con él. Se van  a solas con él. Se alejan del ruido.  Y, al lado de un amigo, nos basta saber que está al lado para estar a gusto. Aunque estemos en silencio, y nos “aburramos”. También en el relato se nos dice que hay alrededor mucha gente. Mucho trabajo pastoral.  A pesar de ello se van con el Señor, lejos de la gente que le necesitan con urgencia. Hoy también los agentes de pastoral nos vemos desbordados por lo que hay que hacer. Pero, también sigue ahí la invitación a retirarnos de vez en cuando a solas con él y  con el grupo.

 

Habla también de un mundo de gente que iban y venían. Y que van corriendo y se les adelantan.

 

Está ahí reflejada nuestro mundo. Parece que se han olvidado de Dios, del Dios de Jesús. Y, como este gentío anda corriendo como locos, buscando algo que les llene, que les haga felices. Cuantos más lugares  se visiten y más experiencias se tengan más respuestas tendremos a las preguntas vitales, más estaremos llenos, más grande será la felicidad.  Vemos en nuestra sociedad una sed, una búsqueda desesperada de algo.

 

Aparece Jesús misericordioso. Atento a los apóstolos escuchándolos. A la gente pobre y humilde que  se sentía atraída por él.  Conmovido por la gente que lo busca. Y él tiene tiempo para hablarles con calma enseñándoles.

 

Sería bueno el preguntarnos por nuestras enseñanzas. Si las hacemos como Jesús, que los pobres lo escuchan atentamente, porque responden a sus necesidades, y por ello son atractivas. Porque si no son atractivas, los pobres rehusarán buscar  en nuestras palabras el evangelio.

 

Al final escuchamos, entre otras, algunas llamadas que nos hace el Señor en este episodio.

. A dejarnos acompañar por Él.  Contándole lo que en su nombre hacemos y decimos. A solas con el Señor.

. A sentir compasión por las personas que buscan, que sufren.

. A alimentar a los hambrientos de nuestro tiempo con el pan de la Palabra. El evangelio.