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Santísima Trinidad - B. 2021

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Estudio de Evangelio. Sebas Gil Martín, diócesis de Ávila

 

30 mayo 2021. Mateo 28, 16-20
 
“Los once discípulos fueron a Galilea”. Allí se les había citado la mañana de Resurrección. “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo”. Volver a Galilea es volver donde habían empezado todo. Allí escucharon por primera vez la llamada del maestro: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. En Galilea empezó a caminar la primera comunidad de los doce. Existencialmente tienen que volver a las raíces, al origen, a la frescura de la llamada.
 
“Al monte que Jesús les había indicado”. El monte siempre es un lugar de encuentro con Dios, el Sinaí, el Tabor. Los discípulos necesitan esos momentos de intimidad con Jesús para experimentar su presencia viva.
 
“Se postraron ante Él, pero algunos vacilaban”. Entre los discípulos hay diversas reacciones, unos no le reconocen, otros dudan, otros dicen que se ha aparecido. La fe en el resucitado no surge de repente, necesita su tiempo y su proceso.
 
Les envía a todos los pueblos a hacer discípulos suyos. Desde el principio la misión es universal y va a consistir en hacer seguidores. Este va a ser el objetivo y lo tendrán que hacer a través del testimonio, de proclamar el evangelio y de animar a otros a incorporarse a la comunidad. El sacramento de acceso a la nueva comunidad es el Bautismo en el nombre de las tres personas de la Santísima Trinidad. Entran en una comunidad centrada en la comunión del Padre, el Hijo y el Espíritu. Toda la vida eclesial está marcada y orientada por el amor y la relación de las tres personas de la Trinidad.
 
“Y enseñándoles a guardar todo lo que os he transmitido”.  El discípulo aprende constantemente del maestro y eso es lo que transmite, lo que tiene que enseñar.
 
“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” No los deja solos, el resucitado está presente en la comunidad naciente. Se lo había dicho insistentemente a los discípulos, “conviene que yo me vaya”.” No os dejaré solos, os enviaré el Espíritu de la verdad”.  No estamos solos dependientes de nuestras propias fuerzas. Cristo está con nosotros, es alguien vivo que nos anima y nos llena con su espíritu. Está en la eucaristía alimentando nuestra fe, en la comunidad alentándola y en los pobres moviendo nuestro corazón compasivo.