Pauta para un Estudio de Evangelio. Josep Maria Romaguera Bach
Este domingo tenemos el bonito diálogo de la mujer samaritana con Jesús. Ella tiene sed de Dios. Él tiene sed de nosotros. Quiere que tengamos vida.
En la experiencia colectiva de fragilidad que vivimos a causa del virus CoVid19, nos va bien plantearnos de qué agua tenemos sed, qué agua nos dará vida de verdad.
15 marzo 2020
Evangelio según Juan (4,5-42)
En aquel tiempo, 5 llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: 6 allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. 7 Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
–Dame de beber.
8 Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. 9 La Samaritana le dice:
–¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?
Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
10 Jesús le contesto:
–Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.
11 La mujer le dice:
–Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; 12 ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?
13 Jesús le contesta:
–El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 14 pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
15 La mujer le dice:
–Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.
16 El le dice:
–Anda, llama a tu marido y vuelve.
17 La mujer le contesta:
–No tengo marido.
Jesús le dice:
–Tienes razón, que no tienes marido: 18 has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.
19 La mujer le dice:
–Señor, veo que tu eres un profeta. 20 Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.
21 Jesús le dice:
—Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. 22 Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adoraran al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. 24 Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.
25 La mujer le dice:
–Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo.
26 Jesús le dice:
–Soy yo: el que habla contigo.
27 En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?.» 28 La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
29 –Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?
30 Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.
31 Mientras tanto sus discípulos le insistían:
–Maestro, come.
32 El les dijo:
—Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis
33 Los discípulos comentaban entre ellos:
–¿Le habrá traído alguien de comer?:
34 Jesús les dijo:
–Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. 35 ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; 36 el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador. 37 Con todo, tiene razón el proverbio «Uno siembra y otro siega.» 38 Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.
39 En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.» 40 Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. 41 Todavía creyeron muchos más por su predicación, 42 y decían a la mujer:
–Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.
Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido
1
Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2
Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3
Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4
Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...
Y me pregunto por mi sed de Dios, de Cristo, del Evangelio, de vida nueva...
5
Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...
Estos hechos y personas, ¿me han sido ocasión para que Jesús se me haga encontradizo?
6
Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7
Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre el texto y su contexto
- Samaria y Judea tienen pendiente reconciliarse, como anunció Isaías (Is 11,12); es la “voluntad del Padre” que Jesús “lleva a término” (34).
- El “manantial” (6), en país seco, es lugar de encuentro, de conflicto y de reconciliación (Gn 26,15-22).
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- La mujer que viene a buscar agua (7) es una persona con su historia concreta (17-18.29); sin embargo, aquí, además, representa al pueblo samaritano (12.20); y cuando expresa que tiene otra sed (15.25) nos representa a todos los que la tenemos.
- Jesús es el caminante que se cansa y tiene sed y que quiere rehacerse en el pozo (7). Sin embargo, aquí también es el representante de Israel, que pidió agua en el desierto (Ex 17,1-7); en su petición de agua hay la sed de su pueblo: sed (y hambre) de escuchar la Palabra de Dios (Am 8,11), sed del Dios vivo (Sl 42[41],2-3).
- Pero Jesús tiene otra sed expresada también en la cruz: tengo sed (Jn 19,28). ¿Sed de qué?: sed de que la mujer y su pueblo acojan al “agua viva” (10) y aquel que la da.
- Según Jesús, quien “bebe” esta agua, quien cree en la Palabra, vive eternamente; dentro de él/ella surgirá “vida eterna” (14) (Is 12,3). Es el Espíritu el que purifica y permite obedecer a la Ley (Ez 36,25-27; Jn 7,37-39).
- Jesús invita a la samaritana a ir hasta Dios mismo, el origen de todo (15). Lo mismo hará a propósito del pan, provocando también la petición (Jn 6,32-34).
- El diálogo sobre “los maridos” (16-18) no hay que leerlo con ojos moralizadores. Hay un trasfondo bíblico: con la palabra “marido” se había designado a Dios mismo (Os 2,18); y la infidelidad al Dios de la Alianza se había expresado en términos de adulterio. También Jesús, a partir de la realidad que vive aquella mujer (no tenemos por qué negar el sentido literal: “los cinco maridos”), provoca que ella –y el pueblo samaritano– “llame” (16) a su verdadero “Señor” y abandone/n a “los cinco” dioses con los que han sido infieles al Señor.
- A partir de esta interpelación, la mujer se abre al Dios verdadero (20). La respuesta de Jesús (23-24) da a entender que también los judíos se tienen que abrir al Dios verdadero, no sólo los samaritanos. El “créeme” (21) es bien significativo: Cristo es “el lugar” en el que “los que quieran dar culto verdadero” (23), animados por el Espíritu, adorarán al Padre.
- El testimonio de la mujer (39) hará posible que muchos otros descubran que Jesús es “el Salvador del mundo” (42).
Josep Maria Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona