Estudio de Evangelio. José Lozano Sánchez
La vivencia de nuestra fe y unión con Dios, nos plantea la necesidad de vivir desde la escucha y contemplación de su Palabra, no desde nuestras impresiones o razonamientos, y dejar que sea Dios quien conduzca y gobierne nuestra vida, aceptando en todo momento que a él le pertenecemos, y que él es el protagonista de la historia.
Mt 1,18-24: Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: - «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Al mirar la persona de José, nos damos cuenta de que los ojos y la inteligencia humana, no llegan a ver todo lo que está presente en las realidades que se nos presentan en la vida. Hace falta la intervención de Dios para que descubramos lo que hay más allá de lo que vemos en cada realidad. Lo que parece un absurdo, o una contradicción, puede ser la realización y la presencia más profunda del Reino de Dios. Las apreciaciones humanas se han de someter a la luz que nos proporciona la Palabra que viene de Dios, para poder descubrir todo lo que contiene cada una de las realidades que nos encontramos en la vida. Sólo los humildes, los de corazón limpio y abierto, pueden llegar a ver aquello que la Palabra de Dios nos revela. Nuestros análisis pueden ser muy completos, muy científicos, muy realistas y actuales, pero les faltaría el contenido fundamental, si no contaran con la luz que proporciona la Palabra de Dios, para poder descubrir la presencia y actuación de Dios en esa realidad que analizamos, y la significación profunda de la vida y de la historia.
Por lo que vemos en este evangelio, por muchos datos que tengamos sobre la realidad, por muy documentados que estemos, y por muy urgentes que sean los problemas, no es bueno tomar decisiones precipitadas ante los acontecimientos y ante los problemas y circunstancias complejas que la vida nos presenta, ni fiarnos demasiado de lo que vemos y de nuestras impresiones personales. Solemos decir que las decisiones ante los problemas se han de “consultar con la almohada”, y dar lugar a que Dios decida… Esto es precisamente lo que hizo José. Y Dios le salió al encuentro, en este momento tan importante de su vida. Él no tuvo ningún problema en cambiar su decisión para seguir el camino que Dios le indicaba. Dios contó con su disponibilidad y su obediencia. La opción de José, pasó por encima de las apreciaciones de sus sentidos y de su razón, para actuar desde la fe y la confianza en Dios. El comportamiento y la actitud de José nos recuerda lo que dijo Jesús: Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos.
Y además de nuestra apertura a la presencia e intervención de Dios, hemos de ofrecer nuestra libertad para responder a sus llamadas y nuestro compromiso para seguir el camino que él nos presenta: Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer . A María le ocurrió algo parecido, ella no comprendía la propuesta que Dios le presentaba, pero abierta a sus designios se entregó de forma incondicional al designio de Dios. Este fue el camino que siguieron los discípulos de Jesús, desde que lo conocieron hasta la entrega de su vida. A partir de la Palabra y la vida de Jesús, fueron cambiando su vida forma de ver la vida, su idea de Mesías, por el proyecto que Dios tenía sobre Israel y sobre la humanidad. Así reaccionaron los discípulos de Emaús, que transformados por la Palabra de Jesús, descubrieron su presencia y volvieron a comunidad que había abandonado. Y esta fue la experiencia de Pablo, al encontrarse con Jesús en el camino de Damasco. El encuentro con Jesús, cambió por completo el contenido de su vida.
El tiempo en que vivimos nos pide una apertura especial a la presencia, Palabra y actuación de Dios en nuestra vida, para encontrarnos con la realidad y sobre todo para descubrir el Plan de Dios y poder colaborar en su realización, en el lugar donde nos ha tocado vivir. A veces sentimos rechazo a la forma de ser y la configuración del mundo en que vivimos. Los cambios y la imagen que, muchas veces, nos dan los medios de comunicación, crean en nosotros una imagen negativa que nos dificultan el desposorio con la sociedad de la que formamos parte, a la que Dios nos envía para compartir nuestra vida (encarnación) y hacer posible la aparición de Jesús. Dejando a un lado nuestras impresiones e inclinaciones, como le ocurrió a José, aceptemos la invitación a entregar nuestra vida a las personas que nos encontramos, para se realice el Plan Salvador de Dios, con la fidelidad y la entrega con que lo hizo José.
- A la hora de tomar decisiones ¿cómo dejo que Dios intervenga en mi vida?
- ¿Qué lugar doy a la escucha y contemplación de la Palabra (E. de E.)?
- ¿Cómo el sentido esponsal de mi ministerio y mi vida cristiana?